“Estamos conversando con las principales empresas estadounidenses ahora», añadió Bolton, quien confirmó que su objetivo es que esas empresas “produzcan el petróleo en Venezuela” porque “sería bueno para el pueblo de Venezuela y el pueblo de Estados Unidos”.
Una semana después de esas declaraciones, Bolton anunció la imposición de sanciones contra la petrolera pública venezolana PDVSA, medidas restrictivas que comprenden la congelación de unos 7.000 millones de dólares en activos de esa empresa venezolana.
Bolton repitió también los argumentos de la defensa de la democracia y los derechos humanos, e insistió en que si Maduro es derrocado, eso implicaría un “gran avance” para crear “oportunidades de negocio” en la región.
Las declaraciones de Bolton no son una sorpresa. El propio presidente estadounidense ha afirmado anteriormente la importancia de los recursos naturales de otros países para Estados Unidos.
“Estoy interesado en Libia si tomamos el petróleo. Si no tomamos el petróleo, no hay interés”, dijo Trump en 2012, cuando aún no era presidente, un mes después de la intervención de la OTAN que destruyó el país norteafricano. Asimismo, declaró en esa oportunidad que se podría “ayudar” al Estado libio si a cambio entregaba la mitad de su crudo.
Para apoderarse de petróleo, la Casa Blanca ha blindado a los golpistas. Bolton ha amenazado con represalias si el gobierno de Maduro trama algo contra Guaidó, que es intocable por orden de Washington.
“Cualquier acto de violencia e intimidación contra el dirigente democrático de Venezuela, Juan Guaidó, representaría un grave asalto a la legalidad y estará seguido de una respuesta significativa”, ha dicho Bolton.