Una de esas organizaciones es el MOC (Movimiento de Objeción de Conciencia), creado por José Beúnza, el primer objetor de conciencia de la historia de España. Según precisaba Andrei Kononov en un artículo titulado “El movimiento antimilitarista en España: un agente al servicio del imperialismo?”, el MOC es una organización adscrita a la “Internacional de Resistentes a la Guerra”, una entidad que ha prestado y presta un indisimulado apoyo a los activistas del Euromaidán ucraniano y de la oposición golpista venezolana.
Según consta en la página web de esta “Internacional”, uno de sus principales representantes en España es el colectivo Antimilitaristas.org -conocido por Insumissia- desde cuyas publicaciones se hace una encendida defensa de las fraudulentas “revoluciones de colores” de la denominada “Primavera Árabe”.
En el curso de los últimos meses, los colectivos “antimilitaristas” y de objeción de conciencia han estado particularmente movilizados para lograr que en el Estado español se generara un movimiento a favor de la “pacificación en Siria”. Se trata de un reclamo tardío. Durante los últimos cinco años, Siria ha estado sometida a una auténtica invasión extranjera, protagonizada por los países occidentales y por los grupos yihadistas ultraconservadores, a las órdenes de las monarquías feudales de la península arábiga. En el curso de la misma se calcula que ha muerto más de un millón de personas. Durante todos estos años, las voces que pudieron escucharse en los grandes medios internacionales reclamaban una victoria sin concesiones de los grupos ultraconservadores. Éstos fueron visitados con gran despliegue publicitario por destacados políticos de la Unión Europea y de los Estados Unidos, que les expresaron su solidaridad y apoyo.
Justo cuando la situación militar ha dado un giro de 180 grados, nuestros “pacifistas” y “objetores de conciencia” han comenzado a reclamar hipócritamente la “pacificación de Siria”. Lo que podría haber sido un loable deseo, a estas alturas no se puede interpretar más que como una trampa artera, urdida sin duda con el deliberado propósito de confundir. Y ello sea dicho sin prejuzgar la ingenuidad de no pocos integrantes de esas ONG que, con muy buenos deseos pero con poca cabeza, desconocen los datos y significados de la raíz de este conflicto.
En Canarias, las organizaciones de objeción de conciencia, como el MOC, son exiguamente minoritarias. No tienen incidencia social alguna, aunque aún así tratan de vender entre nosotros la mercancía averiada de los “Cascos Blancos”.
Según obra en nuestro conocimiento, el MOC grancanario realizó una “presentación semiclandestina” de esa organización en Las Palmas. Presentaron su acto como una reflexion sobre Siria. Luego, de rondón, metieron una conexión directa con los hombres del agente James Le Mesurier. Según nuestras fuentes, el secretismo de la presentación estuvo motivado por el temor a que se presentaran en el acto gente que cuestionaran los argumentos defendidos por “los héroes” recientemente galardonados. Pensamos, sin embargo, que hubiera resultado de mucho interés ese careo ideológico. Pero nuestros peculiares objetores prefirieron la “clandestinidad” a la confrontación argumental. Y fue, naturalmente, peor para todos nosotros.