Leila Zerrougui, representantante especial del secretario general de la ONU para los niños en situaciones de guerra, dijo el martes en una conferencia de prensa convocada en Ginebra, Suiza, que las niñas de 11 y 12 años que utiliza Boko Haram para cometer sus atentados no se suicidan sino que alguien hace explotar los artefactos que llevan adheridos al cuerpo.
No es, pues, un problema de fanatismo religioso. Las niñas ni siquiera saben que alguien va a asesinarlas detonando los explosivos a distancia.
Cada vez con mayor frecuencia Boko Haram está recurriendo a ese tipo de acciones indiscriminadas, en los que a las niñas se les adhieren cinturones explosivos rodeando su cuerpo.
La mayor parte de esos atentados se cometen en el noreste de Nigeria, así como en Camerún, Chad y Níger, aprovechando concentraciones multitudinarias de personas, habitualmente en mercados locales.
Para Zerrougui el recurso a los niños para perpetrar atentados es “una de las peores manifestaciones del creciente desprecio por la seguridad de los niños en situaciones de conflicto en el mundo”.
En lo que va de año Boko Haram ha matado a más de 3.000 personas, la mayor parte de ellas en atentados mortíferos. No obstante, los yihadistas han perdido la mayor parte del territorio que controlaban.
A principios de este año los ejércitos Nigeria y Chad comenzaron a coordinar ataques contra el grupo terrorista en los alrededores del lago Chad.
Los cuatro países más afectados por los ataques de Boko Haram (Nigeria, Chad, Camerún), más Benín, organizan una fuerza multinacional con base en Yamena, la capital de Chad, que contará con 8.700 efectivos para combatir a Boko Haram.