El acuerdo de intercambio de divisas entra en los esfuerzos de Pekín por internacionalizar el yuan. En total China ha firmado 32 acuerdos de este tipo desde 2009. Un acuerdo como este tipo parecía una idea lógica y útil para desarrollar el comercio bilateral. Además el valor del acuerdo era comparativamente alto: 150.000 millones de yuanes. Pekín solo había firmado acuerdos más altos con sus mayores socios comerciales y con socios inversores: de 350.000 millones de yuanes con la UE, de 400.000 millones con Hong Kong, y con Corea del Sur, 350.000 millones.
En 2014, cuando se firmó el acuerdo, las perspectivas del comercio bilateral eran bastante buenas. Moscú y Pekín esperaban doblar entre 2015 y 2020 el comercio bilateral, que entonces ascendía a 100.000 millones de dólares.
Sin embargo no lo ha conseguido debido a la depreciación del rublo. Según las estadísticas chinas, el comercio bilateral alcanzó en 2014 los 88.400 millones de dólares y cayó casi un 30 por ciento, hasta los 63.600 millones en 2015. En 2016 hubo un ligero aumento hasta los 69.500 millones.
A pesar de estas decepcionantes estadísticas, según Vladímir Putin, desde que se firmó el acuerdo han aumentado los pagos en monedas nacionales entre Rusia y China. Aunque los pagos se realizan sobre todo en yuanes, y el rublo se utiliza solo en el 3 por ciento de las transacciones mutuas.
Es importante señalar que esa reciente declaración de Putin es unas de las pocas fuentes de información sobre los pagos en monedas nacionales entre Rusia y China. “No está claro cuántas compañías han utilizado el mecanismo de intercambio de divisas entre ambos países. Es caro o arriesgado. Lo más probable es que se deba a la excesiva volatilidad de la moneda rusa”, explica Alexander Gabuev, director del programa de Asia-Pacífico del Centro Carnegie de Moscú.
Por su parte, Vasili Nósov, analista de Sberbank, comenta que “desafortunadamente la demanda china de bienes rusos es bastante baja. El único producto ruso en el que China está realmente interesada es el petróleo, y no hay razones para pensar en un gran aumento del suministro”.
El comercio chino-ruso es bastante desproporcionado y no hay acuerdo de divisas que pueda alterar esta situación. Las exportaciones rusas al gigante asiático están claramente dominadas (60 por ciento) por los hidrocarburos y Moscú no se encuentra entre los mayores diez socios comerciales de Pekín. Además, la desequilibrada balanza comercial hace que el acuerdo de intercambio de divisas sea poco eficiente.
Pekín lleva años tratando de internacionalizar su moneda. A finales de 2016 tuvo lugar una gran cambio para establecer el yuan como una moneda de ámbito internacional. El FMI lo incluyó como moneda sujeta a derechos especiales de giro, convirtiéndolo en una de las divisas internacionales de reserva, junto con el dólar estadounidense, el euro, la libra esterlina y el yen japonés. Por el momento el uso del yuan para pagos internacionales es relativamente pequeño. A finales del año pasado acumulaba el 1,68 por ciento de las transacciones internacionales (el dólar de Estados Unidos llegaba al 42,1 por ciento).
Los activos pasos de China para internacionalizar su moneda han hecho que algunos analistas declaren que Pekín trata de convertirse en una competidor de Estados Unidos en el ámbito financiero internacional. Es muy debatible si Pekín trata de rebatir la posición del dólar como la mayor moneda de reserva del mundo. El profesor de Finanzas en la Universidad de Pekín, Michael Pettis cree que el estatus de reserva del yuan no es deseable para China ya que el país asiático no sería capaz de mantener su enorme superávit comercial ni evitar los riesgos que provocan un desempleo alto ni una alta volatilidad de la moneda.