El monopolio fue el primero en Europa en aparcar una parte de su flota. Hoy casi todas las aerolíneas europeas han suprimido casi todos sus vuelos y piden ser rescatadas por sus gobiernos respectivos. Originariamente las aerolíneas fueron públicas y ahora quieren volver a serlo. Las pérdidas suman millones de euros y ya no interesan al capital privado… excepto si hay rescate.
Pero no hay rescate para todos porque antes los ricos (Alemania) rescataban a los pobres (Grecia) y ahora se tienen que recatar a sí mismos, y no hay tanto dinero.
Lufthansa “no espera que el sector del transporte aéreo vuelva rápidamente a los niveles anteriores a la crisis”, dijo el monopolio en un comunicado. La semana pasada la empresa reconoció que no esperaba que la demanda volviera a los niveles de 2019 en cuatro o cinco años.
Los documentos internos de la aerolínea calculan que quizá en diciembre alcancen entre el 25 y el 75 por ciento (en el mejor de los casos) de su capacidad. Lufthansa “se va a hacer más pequeña”, dijo Carsten Spohr, el presidente del monopolio porque las crisis capitalistas de superproducción se saldan siempre con la destrucción de capital.
Lufthansa se va a imponerse una drástica cura de adelgazamiento. Con 763 aviones en la actualidad, reducirá el tamaño de su flota mediante la venta de 42 aviones, incluidos numerosos aviones de gran capacidad. Los suizos y austriacos también reducirán la envergadura de sus flotas.
Que Germanwings cierre no es noticia porque la marca comercial no existe desde 2015. Sus operaciones se integrarán en Eurowings, cuyos desplazamientos a larga distancia se reducirán.
Los trabajadores irán a la calle. La otra parte de las crisis capitalistas es la destrucción de la fuerza de trabajo. Los sindicatos difundieron un comunicado el lunes en el que hablaban de un “peligro existencial”. Con 87.000 trabajadores, más del 60 por ciento de la fuerza de trabajo de Lufthansa trabajará a tiempo parcial durante una temporada, 62.000 de ellos en Alemania.