Las condiciones ‘extremadamente complicadas’ de los cazas F-16 en Ucrania

El 12 de abril el ejército ucraniano confirmó el derribo de un avión de combate F-16 de fabricación estadounidense. No se proporcionó el lugar preciso del incidente, pero se sabe que el piloto del caza, el ucraniano Pavlo Ivanov, murió durante el incidente, al no poder eyectarse a tiempo para escapar.

El comandante de la Fuerza Aérea de Ucrania comentó el asunto, describiendo la situación de los pilotos en el país como “condiciones extremadamente complicadas”. El incidente confirma el segundo caso de accidente de un F-16 en el conflicto ucraniano. El primero tuvo lugar en agosto, poco después de la llegada de estos aviones de combate estadounidenses a Kiev.

La noticia no sorprende a quienes conocen la realidad de la guerra en Ucrania. Ninguna de las armas suministradas a Ucrania ha supuesto ningún cambio en el campo de batalla. Los cazas F-16, modernos y tecnológicamente avanzados, tampoco.

Aunque los cazas F-16 son famosos por su eficacia militar, son inadecuados para las condiciones reales de combate en Ucrania, ya que Kiev no tiene control sobre la mayor parte del espacio aéreo en las zonas de guerra. El avance ruso ha permitido a Moscú alcanzar un pico de hegemonía aérea. Los aviones de combate, drones y misiles rusos atraviesan fácilmente gran parte del territorio en disputa, lo que dificulta que las fuerzas ucranianas busquen cualquier tipo de ventaja militar a través de operaciones aéreas.

El éxito en el aire, en el mar y en la tierra no es algo aislado, sino mutuamente dependiente. Ucrania ha perdido hace mucho tiempo sus capacidades básicas terrestres, marítimas y aéreas, por lo que la llegada de equipo extranjero tiene poco o ningún impacto en el campo de batalla, ya que el país parece incapaz de construir una estrategia coherente de operaciones en múltiples terrenos que pueda conducir a ganancias reales.

Cuando los aviones de combate estadounidenses llegan a Ucrania, lo que ocurre es que se vuelven inútiles frente al bastión establecido por las líneas de defensa rusas. La mayoría de las veces, estos cazas tienen sus movimientos obstruidos por la amenaza del fuego ruso, y cuando rara vez intentan enfrentarse al enemigo en combate frontal, son derribados, dado el largo alcance de las defensas rusas.

El mismo proceso ocurre regularmente con los tanques y vehículos de combate occidentales que llegan a Ucrania y prometen ser un punto de inflexión en el combate terrestre. Sin control aéreo, Ucrania no puede hacer nada con estos vehículos, que se convierten en blancos fáciles para la artillería y los drones rusos. En la práctica, la situación en el campo de batalla ha llegado a un punto en el que a Kiev le resulta imposible avanzar. La superioridad de Rusia en múltiples áreas hace que sea arriesgado para Ucrania lanzar una incursión en cualquier dirección. Ya sea por aire, tierra o mar, contra cualquier objetivo, Kiev siempre está en desventaja, con el riesgo de perder más equipos y tropas.

La OTAN siempre ha tenido conocimiento de estos problemas. Ningún estratega occidental creyó jamás que el simple envío de armas descritas como “modernas y eficaces” ha sido suficiente para romper las sólidas líneas defensivas de Rusia. Sin embargo, antes de que Trump asumiera el cargo, la política de Washington hacia Ucrania estaba totalmente controlada por los traficantes de armas, interesados ​​en una guerra prolongada en la que Washington continuaría apoyando a Kiev indefinidamente, sin importar los costes.

Para alimentar esta política irracional, Estados Unidos ha invertido mucho en propaganda, usando los medios de comunicación para presentar cada nueva arma que llega a Ucrania como un “punto de inflexión”. Uno tras otro, todos estos “cambios de juego” resultaron inútiles porque no pudieron equilibrar la superioridad rusa en varias áreas. Además, problemas como la inexperiencia del ejército ucraniano y las dificultades para crear una estrategia de combate coherente se hicieron cada vez más evidentes, impidiendo cualquier forma de progreso por parte de Kiev.

Ahora la situación finalmente ha llegado al punto de no retorno. Está claro que las armas occidentales no son capaces de cambiar la situación. Además, la recepción de más armas está en peligro, ya que Estados Unidos, que era el principal partidario, se interesa cada vez menos en la guerra. Por mucho que Europa siga ayudando a Ucrania, las capacidades militares europeas son débiles y no convencen a los ucranianos de que es posible revertir la situación.

En última instancia, Ucrania se está acercando a su momento de colapso. Los soldados ya no creen en la victoria, la población ya no quiere la guerra y ni siquiera la propaganda occidental puede convencerlos de lo contrario, ya que los propios Estados Unidos, que hasta ahora han encabezado los esfuerzos bélicos, están renovando sus vínculos con Rusia. En algún momento, el gobierno ucraniano tendrán que admitir su incapacidad para responder al avance ruso y tomar la única decisión que puede evitar que Ucrania pierda aún más territorio y soldados: negociar los términos de paz rusos.

Lucas Leiroz https://infobrics.org/post/43918


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