Quizá la biografía personal de Anwar Al Awlaki, su vida y su muerte, ayude a entender mejor que nada lo que son ese tipo de tinglados llamados Al Qaeda o Califato Islámico.
Al Awlaki fue portavoz y dirigente ideológico de Al Qaeda y aunque tenemos tendencia a creer que ese tipo de tramas se originan en Oriente Medio o en el islam, lo cierto es que era ciudadano estadounidense. Había nació en 1971 en Las Cruces, Nuevo México, y su biografía apunta a una pronta incorporación a la CIA.
El recorrido biográfico de Al Awlaki no va de Oriente Medio a Estados Unidos, como ha hecho creer la intoxicación mediática, sino al revés. El yihadismo es algo que las potencias occidentales han exportado a los países de Oriente Medio.
Varias legiones de yihadistas se amamantaron con los escritos y discursos de Al Awlaki, que adquirió su formación ideológica, tanto en las universidades como en las mezquitas. En cualquier caso, tanto unas (universidades) como otras (mezquitas) eran estadounidenses.
Según muestra la auditoría que ha emprendido el equipo de Musk en la Casa Blanca, fue la Usaid quien financió los estudios universitarios de Anwar Al Awlaki en Estados Unidos (1), y no es el único vínculo de Al Awlaki con el gobierno de Estados Unidos y, más en concreto, con la CIA.
Pero no era sólo un doctrinario; no se limitó a escribir panfletos llamando a la yihad, sino que también financió el viaje a Yemen de uno de los yihadistas franceses que en 2015 participaron en los atentados y secuestros cometidos en París, en paralelo con los crímenes contra la revista Charlie Hebdo.
Fue uno de los que planearon los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Después fue recibido y comió con los más altos jefes del Pentágono. En un artículo titulado “Un imán ligado a Al Qaeda almuerza en el Pentágono tras el 11 de setiembre”, la cadena CBS News informó del ágape (2).
Varios dirigentes yihadistas (Abu Bakr Al Baghdadi, el sirio Jolani, Al Awlaki) tienen en común sus estancias en cárceles que, no por casualidad, estaban dirigidas y controladas por la CIA en diferentes lugares de Oriente Medio.
Al Awlaki estuvo encarcelado en Yemen y en 2021 el gobierno yemení publicó una llamada telefónica del director de la CIA, George Tenet, exigiendo la liberación del yihadista encarcelado, alegando que era miembro de la CIA.
El gobierno yemení acató las órdenes de Tenet y, finalmente, Al Awlaki fue liberado.
Parece que Estados Unidos se preocupaba por la vida de su criatura, pero es otra impresión equivocada. En 2011 Obama ordenó a asesinar a Al Awlaki. Así renació el viejo mito del dios Saturno devorando a sus hijos, aunque Obama fue bastante más allá: tras matar a Al Awlaki, ordenó matar a su hijo de 16 años.
En ambos casos la CIA cumplió la tarea de la misma manera: enviando uno de aquellos drones con los que Obama cumplió su programa de asesinatos selectivos. Las detenciones, las torturas y los campos de concentración de los tiempos de Bush se acabaron. Comenzaba una nueva y letal política por unos medios nuevos, de alta tecnología.
Obama aprobó personalmente los listados de víctimas a ejecutar. Su número se calcula en unos cuatro mil (3). Los asesinatos los llevaba a cabo por una unidad secreta denominada Task Force 48-4 y sus objetivos no estaban dentro de zonas de combate.
En el caso de Al Awlaki, el exterminio de su familia tenía por objeto garantizar su silencio, borrar las huellas de que Al Qaeda no era más que una de las muchas fachadas de la CIA.
(1) https://www.foxnews.com/politics/usaid-reportedly-bankrolled-al-qaeda-terrorists-college-tuition-unearthed-records-show
(2) https://www.cbsnews.com/news/qaeda-linked-imam-dined-at-pentagon-after-9-11/
(3) https://www.cfr.org/blog/obamas-final-drone-strike-data