El salafista confiesa que los grupos terroristas a los que ha pertenecido causaban estragos en nombre del gobierno de Bashar Al-Assad para provocar el rechazo de la población y que se unieran a los terroristas para salvar sus vidas.
Durante un vídeo de dos minutos que circula por Twitter y las redes sociales, el tunecino confiesa: “Hemos bombardeado las mezquitas para que los sunitas tengan miedo y se unan a nuestras filas para protegerse”.
Otra de las provocaciones consistía en hacer pintadas en las paredes de las mezquitas con consignas en árabe, como “Allah, Suriya, Bashar wa bas” (No hay otro poder que el de Alá, Siria y Al-Assad) o que “No hay otro dios más que Alá y otro partido político más que el Baas”.
El 15 de diciembre el embajador ruso en Londres, Alexander Yokovenko, ya puso de manifiesto que, para justificar sus intervención militar en Siria, el gobierno británico utilizaba las acciones de los grupos yihadistas como si fueran obra del gobierno de Damasco.
Las tácticas de provocación y la ejecución de acciones cometidas bajo falsas banderas ponen de manifiesto la influencia de las centrales de inteligencia del imperialismo sobre sus peones salafistas.