En esa misma posición está Chuck Hagel, el antiguo secretario de Defensa, también partidario de frenar el intento de desbancar al gobierno de Damasco, e incluso parece que esa fue (es) también la posición de Kerry, el actual secretario de Estado. Se trata de admitir el papel protagonista de Rusia en Siria y, por extensión, en Oriente Medio.
Los halcones se han vuelto palomas. Dicha posición es la de una parte, al menos, de la Junta de Jefes de Estado Mayor del ejército de Estados Unidos, por lo que el apoyo a los yihadistas no es algo generalizado en Washington sino sólo de un reducido círculo que rodea a Obama en la Casa Blanca, así como del propio Obama.
El artículo expone un delicado equilibrio de influencias civiles y militares entre los imperialistas estadounidenses en el que nada es como se podía pensar.
Por orden expresa del general Dempsey, al menos desde 2013 los militares del Pentágono están en contacto con sus colegas sirios a través de otros colegas interpuestos: alemanes, israelíes y rusos. Dicho de otra manera: junto con el general Flynn, director de la DIA, la inteligencia militar, Dempsey ha tramsmitido determinadas informaciones a los alemanes, los israelíes y los rusos con plena conciencia de que dichas informaciones acabarían en manos de los sirios, lo cual es una manera de ayudarles en su lucha contra los yihadistas.
Los hechos que refiere Hersh en su artículo son anteriores al derribo por Turquía del bombardero ruso Su-24 y lo que se desprende es que Turquía es la gran ausente. En cualquier caso, motivaron el despido del Flynn de su cargo al frente la inteligencia militar del Pentágono. Como tantos otros, quiso reformar la DIA “desde dentro” y los reformados no se dejaron. Podían más que él, más que el jefe.