En 1998 Ron Paul ya se opuso a los planes de invasión de Irak y ahora dice lo mismo: que la resolución del Congreso conduce a una guerra con Rusia «que podría causar una destrucción total». Es una ley que puede conducir a la Tercera Guerra Mundial, dice Paul. Se trata de una resolución llena de mentiras y medias verdades, añade.
Según el político republicano, todos los ingredientes para una nueva guerra ya están en marcha. La parte más inverosímil de la resolución es la que refiere una supuesta «intervención militar» de Rusia en Ucrania, a la que considera como una amenaza para la paz y la seguridad internacionales. Se tata de un declaración belicosa que servirá para otra sucesivas aun más agresivas por parte de Estados Unidos.
Para Paul se trata de una gigantesca mentira: los verdaderos invasores de Ucrania son los autores de esa resolución, dice el antiguo representante de Texas. Son ellos los que planificaron el golpe de Estado que obligó al presidente constitucional de Ucrania a exiliarse. Son ellos -dice Paul- lo que eligieron a los personajes clave que han tomado el relevo del gobierno legítimo.
La propaganda de guerra afirma que Rusia y China están aislados de eso que llaman «comunidad internacional». Lo cierto es que sucede exactamente al revés. Se vio con la propuesta de Rusia a la ONU de condena al nazismo, que sólo logró tres votos en contra (Estados Unidos, Canadá y Ucrania) contra 115 a favor de la condena. ¿Quién está aislado?
La votación para condenar el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba ha tenido el mismo resultado: sólo tres países votaron a favor del bloqueo. ¿Quién está aislado?
Hablar del aislamiento de un país como Rusia que mantiene estrechas relaciones con China, donde vive una cuarta parte de la población del mundo, es una estupidez como pocas.
Cuestión distinta es que Estados Unidos trate de aislar a Rusia, una política en la que está poniendo un empeño digno de mejor causa. Los métodos son los consabidos. Hace poco impusieron sanciones a capitalistas y funcionarios húngaros tratando de castigar a Budapest por su aproximación a Rusia y su apoyo activo al proyecto South Stream.
La vieja política del palo y la zanahoria no son dos alternativas diferentes porque, como dijo a Der Spiegel Kissinger el 13 noviembre: «El anti-putinismo histérico que llega de Estados Unidos no es una política sino la ausencia de política».