Stoltenberg, secretario de la OTAN |
La alianza militar que dirige Estados Unidos tiene previsto acelerar la movilización de fuerzas que se cuentan en decenas de millares y, finalmente, cientos de miles y millones movilizados contra Rusia. Más allá de su fuerza de intervención rápida de 5.000 efectivos, la OTAN triplica su “fuerza de intervención sobre el terreno” a 40.000, y coloca a centenares de miles de soldados en niveles de alerta más altos.
Escribe “The Times” que “Sir Adam West, representante permanente de Gran Bretaña en la OTAN ha declarado que pensaba que el objetivo era acelerar el tiempo de respuesta de unos 300.000 militares en el plazo de dos meses. Actualmente, una fuerza de esa envergadura podría tardar hasta 180 días en ser desplegada”. El secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg ha declarado que “estamos tratando sobre lo que denominamos las fuerzas inmediatas. Hay un gran número de efectivos en las fuerzas armadas de los aliados de la OTAN. Estamos buscando la manera de que un mayor número de ellas pueda estar dispuesta en un plazo más corto”. Según “The Times”, Stoltenberg ha explicado que la OTAN está en una investigación general de los métodos para “la mejora de la preparación de un mayor número de los tres millones de soldados, marinos, aviadores y soldados de infantería de marina de la Alianza”.
El objetivo de estos despliegues, los más importantes desde la disolución de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría hace un cuarto de siglo, es Rusia. “Hemos visto una Rusia más firme, poniendo en marcha un importante reforzamiento militar desde hace muchos años, triplicando los gastos militares desde 2000 en términos reales; desarrollando nuevas capacidades militares; entrenando sus fuerzas y empleando la fuerza militar contra sus vecinos”, ha declarado Stoltenberg. “Hemos visto a Rusia también emplear propaganda en Europa entre los aliados de la OTAN y es exactamente el motivo por el cual la OTAN ha reaccionado. Estamos respondiendo con el mayor incremento de nuestra defensa colectiva desde el fin de la guerra fría”.
Estas declaraciones muestran que, a lo largo de la campaña presidencial estadounidense, la OTAN ha seguido planificando la guerra contra Rusia a espaldas de los pueblos. Los despliegues militares y los preparativos de guerra por parte del Pentágono y los Estados Mayores de diferentes países europeos van hacia delante, independientemente de los resultados de las elecciones en Estados Unidos y de las previstas en los países europeos de la OTAN para 2017.
El ataque de Stoltenberg a la propaganda rusa en Europa es una alusión a la instintiva oposición a la guerra que existe en la clase obrera europea e internacional y a la desconfianza generalizada hacia la propaganda antirrusa, que tiene sus agentes en responsables de la OTAN como Stoltenberg y West.
El año pasado un sondeo realizado por Pew encontró una amplia oposición internacional a la participación de la OTAN en una guerra convencional contra Rusia en Europa del este, incluso en un escenario que supondría que Rusia comenzara el conflicto. En estas condiciones hipotéticas, el 58 por ciento de alemanes, el 53 por ciento de franceses y el 51 por ciento de italianos se oponen a toda acción militar contra Rusia. La oposición a la guerra en el sondeo hubiera sido, sin duda, más elevada si los encuestadores hubieran mencionado que la decisión de la OTAN de atacar las fuerzas rusas en Europa del este podría llevar a una guerra nuclear.
Esta oposición a la guerra está anclada en una profunda desafección causada por las guerras imperialistas en Oriente Medio del período post-soviético y por el recuerdo de las dos guerras mundiales en Europa en el siglo pasado. Los argumentos que Stoltenberg ha empleado para contrarrestar esa desafección son un fraude político.
La principal amenaza de agresión militar y bélica en Europa no procede de Rusia sino de los países de la OTAN. En el transcurso de los últimos 25 años, las potencias imperialistas han bombardeado e invadido países del Asia central, de Oriente Medio y de África. En Europa bombardearon Serbia y Kosovo durante las guerras balcánicas de los años noventa, trasladando las fronteras de la OTAN a centenares de kilómetros hacia el este y prestando apoyo al violento golpe de Estado de los fascistas para derribar al gobierno de Ucrania en 2014.
El carácter agresivo de la política de la OTAN ha resurgido una vez más cuando la NBC News ha informado de que las unidades norteamericanas de ciberguerra habían pirateado las redes esenciales rusas de electricidad, de internet y militares. Estas son ahora vulnerables a ataques por parte de armas informáticas norteamericanas secretas, si Estados Unidos lo juzgaran necesario, según declaraciones de la NBC.
Responsables rusos han denunciado las actividades descritas en el reportaje y el silencio sobre la cuestión de la Casa Blanca. El portavoz del ministerio ruso de Asuntos exteriores, Maria Zajarova, ha declarado: “Si no siguiera ninguna reacción oficial del gobierno norteamericano, eso significaría que el ciberterrorismo estatal existe en Estados Unidos. Si las amenazas del ataque, publicadas por los medios norteamericanos, se llevan a cabo, Moscú acertará acusando a Washington”.
Las desastrosas consecuencias de la disolución de la Unión Soviética y la restauración del capitalismo en Europa del este son cada vez más evidentes. Con tropas de la OTAN o fuerzas delegadas estacionadas en un cinturón geográfico que se extiende por las repúblicas bálticas hasta Polonia, Ucrania y Rumanía, es decir, a corta distancia de las fronteras rusas, la OTAN está ahora lista para una gran guerra contra Rusia que podría degenerar en una conflagración nuclear.
Las afirmaciones de Stoltenberg muestran que los planes de la OTAN no son meros preparativos de defensa para enfrentarse a una invasión convencional de Europa por el ejército ruso. En tal escenario, las columnas de tanques rusos desbordarían los millares o decenas de miles de soldados de las diferentes fuerzas de intervención de urgencia de la OTAN, privando a las principales “fuerzas de apoyo” de la OTAN de 60 a 180 días que necesitan para su movilización.
El plan de movilización de sucesivas capas de “fuerzas de apoyo” tiene más bien como fin permitir a la OTAN amenazar a Rusia en una situación de crisis, haciendo gravitar progresivamente su fuerza militar colectiva que, aunque divida entre 28 Estados miembros, supera a la rusa. La población rusa de 145 millones es mucho más pequeña que la de los países de la OTAN, unos 906 millones.
El carácter agresivo de los planes de la OTAN queda ilustrada por un informe publicado por el grupo de reflexión Rand Corporation, ligada a la CIA, sobre la situación militar en las repúblicas bálticas de Lituania, Letonia y Estonia. Las pequeñas fuerzas de la OTAN destinadas en esas repúblicas, según estos expertos, “invitan a una guerra devastadora en vez de a la disuasión”. Ha calculado que, si iniciaran una invasión, las fuerzas rusas la podrían realizar en unas 60 horas.
Sobre esta base, la Rand Corporation apela a un vasto refuerzo militar de la OTAN en esos países, prácticamente a las puertas de San Petersburgo. Escriben que sería “una fuerza de alrededor de siete brigadas, tres de ellas de armamento pesado, con el suficiente apoyo aéreo, fuego terrestre y otros dispositivos sobre el terreno listos para combatir en el inicio de las hostilidades […] para impedir una rápida invasión de los Estados bálticos”. Eso costaría 2.700 millones de dólares anuales a los países de la OTAN.
Mientras intensifican sus amenazas contra Rusia, emergen agudos conflictos entre las potencias imperialistas de la OTAN. El primer ministro italiano Matteo Renzi, con ocasión de la cumbre de la Unión Europea de Bruselas, se opuso a las nuevas sanciones contra Rusia por parte de Washington y las tensiones entre Alemania y Estados Unidos son cada vez más fuertes, en tanto que los responsables de París y Berlín llaman a la creación de un ejército europeo independiente.
Las perspectivas de un aumento de las provocaciones militares de Estados Unidos contra Rusia acentúan las tensiones en el seno de Europa. En un artículo titulado “Gane Clinton o Trump, las cosas irán mal para Alemania”, la revista “Der Spiegel” ha lanzado un aviso sobre las consecuencias a largo plazo de una política agresiva de Estados Unidos, que “Der Spiegel” da por hecho que continuaría, cualquiera que sea el titular de la Casa Blanca. La revista alemana escribe que “la consigna será: si queréis protección [nuclear] norteamericana contra Putin, tendréis que pagarnos más dinero o rearmaros”.