Paralelamente se convocaron varias contramanifestaciones de los antifascistas, bajo el lema “Corazón en lugar de odio”, que lograron impedir que los nazis completasen la ruta que tenían prevista.
Los nazis atacaron a los antifascistas y se produjeron al menos 18 heridos, incluidos tres policías, y 37 denuncias por delitos.
Un afgano de 20 años fue agredido horas después de las protestas por cuatro encapuchados y la policía investiga si los atacantes pudieron haber participado previamente en la manifestación nazi.
El parlamentario socialdemócrata Sören Bartol aseguró que él y un grupo de personas que habían participado en la contramanifestación también fueron atacados por un grupo de nazis.
El domingo otra manifestación de unos 800 nazis por el centro de Chemnitz protagonizó persecuciones contra viandantes de aspecto extranjero, en las que varias personas resultaron heridas. El gobierno alemán las calificó de “cacerías de odio”.
Mientras, las velas en el improvisado monumento dedicado a Daniel Hillig prosiguen encendidas al igual que las protestas que sacuden esa ciudad.
De 35 años de edad, Hillig fue apuñalado por dos personas en la noche del sábado 25 de agosto durante unas fiestas populares y su muerte generó una ola de terror neonazi por toda Alemania.
El detonante es que la policía imputa el asesinato a dos solicitantes de asilo de Siria e Irak, que fueron detenidos y se encuentran en prisión preventiva.
Desde entonces, el gobierno habla de una “ola de violencia racista” en Chemnitz y las políticas migratorias de Merkel están en el centro de la polémica.
Paradógicamente el fallecido era un carpintero que descendía de inmigrantes: hijo de un cubano y una alemana. En su perfil de Facebook aparecía retratado con un tapiz de la bandera de Cuba.
“No nos consideran lo suficientemente alemanes”, ha escrito Daniel Winderlich, un amigo de Hallig en su perfil de Facebook.
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