Esas lacras del capitalismo son la esencia misma del lerrouxismo que hoy, con los medios de comunicación burgueses en primer plano, especialmente la televisión, toman nuevos aires en los índices de audiencia. En épocas de crisis los medios llevan la demagogia al terreno político; sustituyen la prensa rosa por El Intermedio y a Belén Esteban por Pablo Iglesias. Necesitan cambiar los rostros, nuevas vedettes del entretenimiento político y nuevas siglas que sustituyan a las ya viejas, gastadas y desacreditadas.
El lema del capitalismo es «renovarse o morir», tanto en el supermercado como en las urnas. Pero a la hora de hacer cualquier cambio la reacción (la derecha, los conservadores) muestra un serio handicap: son siempre más de lo mismo, aburridos, grises, tediosos. Por ello, toda renovación del Estado burgués procede de la izquierda, que es capaz de hacer desfilar unas siglas tras otras, de aportar nuevos figurines críticos, programas ilusionantes y piquitos de oro.
En Francia ocurre lo mismo y ha encontrado en José Bové su Pablo Iglesias particular, pero mientras éste es el típico diletante hispánico, charlista infatigable y vendedor de humo, con 60 años el galo tiene una tarjeta de visita que presentar: es nada menos que un campesino contestatario, radical y varias veces represaliado antes de ser eurodiputado.
A diferencia de Iglesias, Bové ha demostrado que se pueden prestar importantes servicios al capitalismo europeo luchando contra el neoliberalismo. Cuando en 2005 peligró la Constitución europea por la oposición de la sopa de grupos de izquierda, verdes y alternativos, Bové se postuló a sí mismo como candidato a la presidencia de la Unión Europea para 2007. Su propósito era el de unir ese marasmo contra el neoliberalismo, es decir, para promocionar el viejo programa socialdemócrata al que calificaba como «la izquierda de la izquierda».
Desde 2009 Bové es el cabeza de lista de Europa Ecología que reagrupa a los principales grupos verdes franceses que, a diferencia de los alemanes, siempre han sido oposición; aún no se han destapado políticamente como los caniches del capitalismo que son. Por eso aún pueden ser utilizados para seguir sembrando ilusiones y que las urnas no queden vacías.
A europarlamentarios como Bové hay que llenarles los bolsillos y darles relieve para que no dejen nunca de ser figurines televisivos. Por ello en 2009 le hicieron vicepresidente de la Comisión de Agricultura, desarrollo rural y comercio internacional del Parlamento de Bruselas.
Es posible que su viejo sueño de presidir la Comisión Europa no tenga que esperar mucho. Este mismo año Durao Barroso se larga. Su sustituto tiene que salir de las elecciones europeas de mayo, en las que tambien participará Pablo Iglesias. Los diferentes partidos tienen que proponer a sus candidatos y los verdes son la segunda fuerza europea.
¿Hay algo más viejo que Europa y más acabado que su Unión Europea? De no ser por los medios de comunicación en Europa casi nadie se enteraría de las convocatorias electorales porque hace ya tiempo que las elecciones las hacen las televisiones, en las televisiones y para las televisiones. El circo electoral necesita el mismo tipo de personajes que la prensa del corazón; no hay ninguna diferencia entre una tertulia rosa y otra política.
La Unión Europea acaba este año con su Prachanda particular y necesita un nuevo timonel, alguien que le de un poco de luz y color, que cambie las cortinas, rodapiés y gotelé hasta las próximas elecciones. Eso sólo lo puede hacer «la izquierda de la izquierda», nuevas personas para viejos personajes, alguien que nos motive, camaleones como Iglesias y Bové. Sabemos que no van a hacer nada, que no quieren hacer nada, que no les dejan hacer nada, que no saben hacer nada. Pero nos caen bien y por eso les votaremos. ¿O no?