Situada en la encrucijada de Europa, Asia y África, Grecia siempre ha tenido importancia estratégica para el imperialismo. Durante la Segunda Guerra Mundial, el país sufrió varias ocupaciones brutales sucesivas. La Italia fascista invadió Grecia en octubre de 1940, pero fue repelida con éxito por el ejército griego. La intervención del III Reich en abril de 1941 fue la segunda ocupación del país.
Grecia quedó dividida entre Italia, Alemania y Bulgaria, y rápidamente surgió la resistencia guerrillera. Entre las principales fuerzas de la resistencia estaban el el Partido Comunista, el EAM (Frente de Liberación Nacional) y su brazo armado, el ELAS.
La población griega sufrió enormemente durante la ocupación nazi. Millones de personas murieron de hambre, especialmente durante el invierno de 1941-42, cuando los nazis se apoderaron de los suministros de alimentos. Al mismo tiempo, la resistencia antifascista organizó sabotajes, huelgas e insurrecciones locales contra los ocupantes, obteniendo un amplio apoyo popular.
El ELAS no era sólo un ejército guerrillero: era un movimiento de resistencia popular que transformó la sociedad griega durante la ocupación. En las aldeas liberadas establecieron asambleas populares democráticas donde, por primera vez, las mujeres podían votar y participar en las decisiones políticas. La guerrilla organizó escuelas, hospitales y tribunales, creando una especie de gobierno paralelo.
Militarmente, el ELAS llevó a cabo operaciones de guerrilla y sabotaje que infligieron grandes pérdidas a las fuerzas del Eje. En 1943, el general alemán Speidel intentó movilizar a los griegos para realizar trabajos forzados, pero el EAM respondió con una huelga general y un levantamiento popular, obligando a los nazis a retirar la orden.
Tras la retirada del ejército alemán en octubre de 1944, Grecia se enfrentó a una tercera guerra: la lucha entre la resistencia antifascista y las fuerzas monárquicas apoyadas por los imperialistas británicos.
Para Winston Churchill, el control de Grecia era una prioridad absoluta, ya que su posición geográfica garantizaba el acceso a las rutas marítimas del Mediterráneo oriental, el Canal de Suez y la India. La política exterior británica estaba guiada por la necesidad de mantener un poder naval preponderante. Para Churchill, el Mediterráneo representaba el punto más vulnerable de Europa y Grecia era un nudo estratégico crucial.
Aunque el gobierno británico proclamó que quería liberar al país de los nazis, su objetivo político estaba claro: evitar que los antifascistas y comunistas tomaran el poder. Churchill estaba dispuesto a apoyar a la reacción monárquica, incluso a costa de sostener a los colaboracionistas que habían apoyado la ocupación nazi. Eso condujo a la tercera intervención militar sobre Grecia en 1944, con órdenes de neutralizar al ELAS.
La resistencia griega había estado excesivamente focalizada en la resistencia contra el III Reich y cometió un error estratégico: acordó no ocupar Atenas y permitir el desembarco británico, una decisión que Churchill aprovechó para consolidar el control británico sobre el país.
La intervención británica en Grecia estuvo marcada por una brutalidad sin precedentes. Causó estragos aún peores que los nazis. Las instrucciones de Churchill al general Ronald Scobie fueron inequívocas: “Tratar a Atenas como una ciudad colonial y aplastar a la oposición comunista”. La estrategia preveía el uso de tropas británicas para consolidar el poder de la monarquía griega, exiliada durante la ocupación nazi, y desarmar a la resistencia.
Las tropas británicas y las fuerzas monárquicas griegas, a menudo integradas por antiguos colaboradores nazis, llevaron a cabo una feroz represión contra el ELAS y sus partidarios. En varias ciudades exhibieron en plazas públicas las cabezas decapitadas de simpatizantes como advertencia a la población. La embajada británica justificó estas prácticas como “tradiciones locales”, pero constituían una política terrorista característica del colonialismo británico.
En Atenas, las tropas británicas atacaron a manifestantes desarmados y mataron a cientos. La violencia alcanzó su punto máximo durante los 33 días de combates entre el ELAS y las fuerzas británicas, convirtiendo Atenas en un campo de batalla. El ELAS se vio obligado a retirarse, pero la guerra civil que siguió devastó aún más el país.
El nacimiento de la Doctrina Truman
Aunque estaba al corriente de las atrocidades británicas, Estados Unidos apoyó a Churchill, considerando a Grecia como un frente estratégico contra el comunismo.
El relato oficial presentó la intervención militar imperialista como una lucha por la democracia contra el comunismo. Marcó el inicio de un largo período de terror. La Guerra Civil Griega (1946-1949) fue uno de las primeras de la Guerra Fría y surgió la Doctrina Truman: Estados Unidos tuvo que reemplazar a los británicos en el apoyo a las fuerzas reaccionarias. La victoria de los monárquicos condujo a décadas de represión contra los miembros de la resistencia, que culminaron con el Golpe de los Coroneles de 1967.
La tragedia griega de los años cuarenta sigue siendo una herida abierta. Los documentos desclasificados muestran que Churchill consideraba a Grecia como una “propiedad imperial”.
En 1986 un documental de la televisión británica, The Hidden War (*), dio lugar a una de las mayores polémicas en la historia periodística de Reino Unido porque destapó el papel de los imperialistas en la feroz represión. Lo prohibieron, destruyeron todas las copias menos una y durante meses los principales periódicos tuvieron que publicar artículos para lavar la cara del imperialismo británico.
Los guerrilleros griegos entrevistados describieron la intervención británica como una traición. Los relatos de los civiles describen la brutalidad de la represión política, con episodios, como el asedio de Atenas, que permanecen grabados en la memoria colectiva.
Es una de las páginas más oscuras de la historia europea. La intervención británica exterminó a un movimiento de liberación popular para preservar la dominación imperialista en el Mediterráneo.
El acontecimiento no sólo devastó a Grecia, sino que marcó el inicio de la Guerra Fría, que no fue más que una extensión de la Doctrina Truman al resto del mundo. Se empezaba a demostrar que en los países occidentales la libertad es pura retórica para justificar la represión política más brutal.
(*) https://www.youtube.com/watch?v=yehd3tVkJNI