Fue el caso de Líbano, un Estado que estalló en mil pedazos con la llegada de los refugiados palestinos y de los perros sionistas persiguiéndoles de cerca. En los ochenta sobre las ruinas de Líbano se alzó Hezbollah, una organización que se ha forjado en esa lucha.
El caso de Irak es parecido. Sobre las ruinas causadas por la invasión imperialista de 2003 ha surgido Hachd Al-Chaabi (Unidades de Movilización Popular), creadas en 2014 por la Brigada Al Quds del general iraní Suleimani, la bestia negra del imperialismo y el sionismo.
Estados Unidos ha incluido a Hachd Al-Chaabi en la lista negra de organizaciones terroristas. Las presiones para que el gobierno de Bagdad las sacara del ejército irakí han fracasado.
Como la mayor parte de milicias de Oriente Medio, la composición de Hachd Al-Chaabi es compleja. Entre sus unidades se encuentra Harakat Al-Nujaba que, además de luchar contra el yihadismo, persigue la liberación de los Altos del Golán, una región siria ocupada por Israel en 1967.
En 2014 el yihadismo estaba en su máximo esplendor, tanto en Siria como en Irak, por lo que Hachd Al-Chaabi no es otra cosa que el reactivo ante esa situación que, a su vez, se ha convertido en uno de los grandes objetivos de la dupla imperialista-sionista porque si Hezbollah es la columna vertebral de Líbano, Hachd Al-Chaabi lleva camino de ser lo mismo en Irak.
El imperialismo se opone a Hachd Al-Chaabi como se opone a Hezbollah y así se lo ha transmitido el secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo al primer ministro iraquí Adel Abdel Mahdi durante su reciente visita a Oriente Medio: “En caso de ataque [israelí a Irak], Washington no intervendrá bajo ninguna circunstancia, porque Tel Aviv tiene derecho a defenderse de la amenaza iraní”.
Pompeo se refería a que Israel extienda a Irak lo que ya está haciendo en Siria: bombardear las bases de Hachd Al-Chaabi, especialmente en la provincia de Anbar y a lo largo de la frontera con Siria, que es justamente el territorio en el que están presentes las últimas unidades del Califato Islámico.
En Irak la tensión entre las tropas de Washington y Hachd Al-Chaabi es alta, principalmente debido a las acusaciones contra los irakíes de apoyar al Califato Islámico a lo largo de la zona fronteriza.
Da la impresión de que Pompeo ha pasado el testigo a Israel. Los imperialistas se van y llegan los sionistas.
Sobre la retirada de las tropas estadounidenses de Irak, que también ha anunciado Trump, uno de los portavoces de Hachd Al-Chaabi, Qassem Mosleh, ha dicho todo lo contrario: que su número ha aumentado y que son un obstáculo para las acciones militares de Hachd Al-Chaabi contra el Califato Islámico en la región de Anbar.
“Las maniobras de las fuerzas estadounidenses, junto con las amenazas israelíes de atacarnos, tienen como objetivo apoyar y fortalecer al Califato Islámico en la región. Es para justificar la presencia indefinida de Washington en nuestro país”, añadió.
En respuesta a las advertencias de Pompeo, el Primer Ministro Mahdi dijo que Hachd Al-Chaabi constituye “una organización militar oficial, apoyada y financiada por el Parlamento irakí”, nacida con el objetivo -casi alcanzado- de liberar y defender el país de la amenaza yihadista.
A Estados Unidos y a Israel les preocupan los vínculos de Hachd Al-Chaabi con Irán. En una entrevista con el canal kurdo Rudaw, Moin al Kazemi, uno de los principales comandantes de Hachd Al-Chaabi, dijo que las amenazas israelíes son “un intento de presionar al gobierno del primer ministro Mahdi, que consideran como frágil”. Añadió que “cualquier ataque de Tel Aviv tendrá consecuencias para toda la región”.
“Israel no debe jugar con fuego”, concluyó, porque “Tel Aviv sabe que pertenecemos al eje de la resistencia, junto con los sirios, los libaneses y los palestinos”. Una guerra conduciría a la apertura de varios frentes en territorio israelí y a lo largo de todos los territorios ocupados.