Como habíamos pronosticado, en los últimos cinco días las siete mayores empresas tecnológicas han perdido una capitalización bursátil de más de un billón de dólares, la tercera mayor desde 2022, cuando perdieron 1,3 billones de dólares en cinco días.
En los últimos cinco días, solo Nvidia ha perdido aproximadamente 418.000 millones de dólares en valor y cayó por debajo de los tres billones de dólares por primera vez desde el 24 de junio.
El fabricante ha perdido casi el doble de la capitalización de mercado de las acciones de una empresa de la competencia, AMD.
La volatilidad del mercado ha vuelto, aunque es pronto para decir que ha estallado la tercera burbuja de internet. La primera fue en 1999, la conducción autónoma en 2017 fue la segunda y ahora llega la crisis de la inteligencia artificial.
Una preocupación importante es la fiabilidad de los modelos de lenguaje grandes, que a veces producen “alucinaciones”. Si no se puede confiar en la inteligencia artificial, entonces la realidad no responde a las esperanzas depositadas.
30 años del hundimiento de Netscape
La crisis coincide con los 30 años del hundimiento del navegador Netscape, uno de los primeros que contribuyó a la difusión masiva de internet, más allá de los informáticos. Además de un navegador, Netscape era una empresa, una de las primeras tecnológicas que salió a bolsa. Murió de éxito, demostrando que en ocasiones lo virtual tiene poco que ver con lo real.
La primera oferta de acciones de la empresa desató un frenesí. El New York Times dijo que fue uno de los estrenos más sorprendentes en la historia de la bolsa de Nueva York y el Wall Street Journal señaló que “a General Dynamics le había costado 43 años alcanzar un valor de 2.700 millones de dólares en el mercado de valores. Netscape tardó aproximadamente un minuto”.
Con millones de usuarios, Netscape inició la era de internet y de la especulación bursátil con las nuevas tecnologías. Fue la primera burbuja en la nueva industria y, como es logico, desató la voracidad de otros monopolios, como Microsoft, que dominaba el mercado de los sistemas operativos.
Bill Gates intentó llegar a un acuerdo con Netscape para repartirse el pastel, pero los nuevos no aceptaron. Querían comerse el mundo y no sabían que Microsoft guardaba un as escondido en la manga: había comprado la patente de un navegador de la empresa Spyglass para competir con Netscape. Había nacido Internet Explorer. Ni Bill Gates ni Midrosoft inventaron nunca nada; se limitaron a aprovechar el trabajo de los demás.
Incorporaron el Internet Explorer a su sistema operativo y en muy poco tiempo Netscape perdió toda su cuota de mercado. Microsoft presionó a varias empresas, incluida Apple, para que no utilizaran Netscape. El monopolio de Microsoft/Windows se convirtió en el monopolio del Internet Explorer. Un buen navegador fue sustituido por una porquería.
A Netscape le quedaba la pataleta: acusar a la competencia de lo obvio, hacer juego sucio, y poner una demanda antimonopolio. En 2000 los jueces dictaminaron la obviedad: Microsoft había violado las leyes antimonopolio. Fue un brindis al sol porque para entonces nadie utilizaba Netscape y la porquería había entrado en todos los ordenadores.
Así comenzó la primera gran crisis bursátil de las empresas tecnológicas. Netscape pasó del cero al infinito y vuelta a cero… o casi porque en 1998 AOL pagó el increíble precio de 10.000 millones de dólares por algo que no valía nada. En 2015 AOL pasó -a su vez- a manos de Verizon por 4.400 millones de dólares, es decir, que no alcanzó el precio de Netscape.
Seis años después lo volvió a vender por la mitad de lo que pagó… Los grandes depredadores se habían convertido en presas. Iban pasando de las manos de unos a las de otros. Es el capitalismo: si no comes, te comen.