Para implementarlo Aena va a convocar un concurso público para buscar una empresa que haga posible esta conexión gratuita durante un par de años.
Al mismo tiempo mantendrá su sistema de pago, como en la actualidad.
¿Un chollo?, ¿un servicio estupendo para los viajeros?, ¿una conexión gratis y otra de pago? Como dice Wyoming, ésa es la noticia; ahora contemos la verdad.
La inmensa mayoría de los usuarios de móviles, ordenadores, enrutadores, tablets y otros artilugios no tenemos ni la más remota idea de lo que llevamos en las manos. Sabemos que se conectan a internet, pero no sabemos que internet también se conecta con nosotros. Nosotros leemos las páginas de internet, pero internet también lee nuestros mensajes, nuestras fotos, nuestras compras, nuestros viajes… absolutamente todo. Internet sabe más acerca de nosotros que nosotros mismos, porque no se le olvida nada. Lo guarda todo.
En la jerga informática los puntos de conexión gratuita a internet (centros comerciales, hoteles, bibliotecas) se llaman de varias maneras, entre ellas “honeypots” que se puede traducir por “tarros de miel” por lo de la fábula de Samaniego:
A un panal de rica miel
cien mil moscas acudieron
que por golosas murieron
presas de patas en él.
Vivimos en una sociedad en la que todo pasa por internet. Jamás apagamos el móvil, ni dejamos ni un momento de enviar mensajes las 24 horas de día. Ya no preguntamos a nadie quién es, ni a qué se dedica; se lo preguntamos a un buscador.
En una sociedad capitalista, basada en el mercado, internet no sólo es gratis sino una mina de oro inagotable. El único problema parecen ser Wikileaks y todos esos adolescentes que han logrado penetrar en los servidores de la Casa Blanca, o de la CIA, o del Chase Manhattan Bank, o los desaprensivos que van a destruir “la cultura” con las descargas ilegales.
¿Nos hemos vuelto gilipollas o qué? Está ocurriendo como siempre: las “noticias” vuelven el mundo al revés. Quieren convencernos de que los imperialistas, los grandes bancos y las multinacionales tienen que protegerse de los piratas desaprensivos.
Internet es un gigantesco mecanismo de vigilancia y control, una verdadera ratonera, llena de apetitoso queso, y los ratones somos nosotros, que hemos puesto toda nuestra vida -absolutamente toda- en un escaparate, a la vista de todos, especialmente de aquellos dedicados a la vigilancia y al control, es decir, entre otros de los siguientes:
1. Del Estado y de sus organismos policiales y de espionaje
2. De los grandes monopolios, los bancos y las aseguradoras
3. De las empresas informáticas: Google, Facebook, Tuenti
4. Las empresas de seguridad, de detectives y similares
La información es poder y el poder es información, y en este terreno los que no tenemos ningún poder tampoco tenemos ni idea de nada. Nos dejamos llevar, hasta el punto de que en este país hay “organizaciones” (por llamarlas de alguna manera) que se reúnen por internet, discuten por internet y subsisten por internet, es decir, que están a merced de aquellos contra quienes dicen luchar.
Nuestro comportamiento es verdaderamente estúpido. Esas seudo-organizaciones suelen hablar de documentos “internos” para referirse a aquellos que no pueden trascender fuera de sus filas, mientras que están circulando libremente por correo electrónico, es decir, dejando copias por todos los servidores que encuentran a su paso. Jamás dejaríamos que en nuestra casa nadie rebuscara en la mesilla de noche ni en los cajones del armario, pero en internet permitimos que cualquiera fisgue nuestros mensajes. ¿Por qué consentimos en internet lo que no consentiríamos en nuestra casa?
Los lugares que anuncian “wifi gratis”, como los aeropuertos de Aena, son un cebo, no sólo porque quien lo anuncia puede capturar absolutamente todo lo que circula por su red (que para eso es suya) sino porque lo puede hacer cualquiera conectado a ella. Funciona exactamente igual que cualquier emisora de radio: todos la pueden sintonizar y escuchar. ¿Acaso nos hemos creído que somos los únicos que oímos Radio Olé?
Prestemos atención a una noticia que se produjo en 2011 en Portugal, cuando el gobierno reconoció por primera vez algo que todos los gobiernos del mundo están poniendo en práctica desde hace tiempo: la piratería como cebo. Con la excusa de luchar contra las descargas “ilegales” de música, el Ministerio de Cultura se puso de acuerdo con los capitalistas privados (la industria musical) para provocar el delito. Entre los dos crearon un servidor de descargas “ilegales” en internet. Ambos, los capitalistas y el Estado, creaban el delito con la excusa de luchar contra el delito. Es el Estado el que crea el delito, crea el delincuente y justifica así la represión, la vigilancia y el control.
Lo que decimos de las descargas “ilegales” de música se puede decir de todo lo demás: el Estado y los capitalistas han llenado internet de cebos (gratuitos) para ver si alguien pica el anzuelo.