¿Estaremos ante dos concepciones de «patria», una la vil y otra la ideal, una la ultrajada por la derechona y otra que clama y se aflige, la de Pablo, de «izquierdas», por supuesto, oye Patria mi aflicción, que se avergüenza de tener -en su «Patria»- fachillas como Aznar, un tipo venal y sin escrúpulos?
Pues eso parece, oiga. Y es que no hay nada como que te pongan enfrente a un impresentable amoral como Aznar, un criminal de guerra, para que tu cotización política en corrillos amigos y coleguis suba, sobre todo si andas en baja forma. No le pongas enfrente a nadie de izquierda de verdad, o consecuente, porque la izquierda es él y, por lo tanto, es impensable la crítica «desde ahí», desde la zurda de veras, salvo que se sea un revolucionario… y no un patriota… como él. O un «matriota» con Matria.
Ya saben los independentistas catalanes cual es la patria de estos pendejos. Bueno, las dos patrias: la del himno cuando juega «La Roja» y la rojigualda del Estado fascista español (o la republicana por el qué dirán, que nobleza obliga). Si fuera comunista, o simplemente un demócrata, estaría a favor del derecho a la autodeterminación sin pelos ni señales, sin disfraces ni vacunas, y sin cuentos ni rollos, que ya nos sabemos todos los cuentos.
Supongo que con tanto afán patrioteril de este «rojerío» los cuarteles duermen a pierna suelta.
Buenas tardes.