En Estados Unidos y Europa los registros de parados aumentan día a día y pueden acelerarse aún más en las próximas semanas. Los expertos hacen planes para evitar una sublevación violenta. La OIT ha propuesto crear un “fondo social” a escala internacional.
Tras la Gran Depresión la producción industrial se redujo a la mitad entre 1929 y 1932 y la tasa de paro saltó del 3,1 al 24 por ciento. En marzo de 1933, la mitad de la población activa del país estaba desempleada, o sea 15 millones de personas.
Las últimas estadísticas del otro lado del Atlántico muestran un aumento exponencial en el número de personas que buscan trabajo. Los jóvenes (16-24 años) están en primera línea del paro, con una tasa que ha aumentado del 7,7 por ciento al 10,3 por ciento.
Pero en Estados Unidos las cifras de desempleo no reflejan la realidad porque no hay trabajo a corto plazo como en Europa.
El gobierno de Washington ha reforzado el colchón de seguridad en las últimas semanas ofreciendo una prestación a tanto alzado de 600 dólares a la semana. Pero los autónomos quedan fuera de esos planes.
En Austria el número de personas inscritas en el servicio de empleo público aumentó en más de dos tercios en marzo. En Noruega el número de parados registrados en las oficinas de empleo se quintuplicó, dice la OCDE.
Tras semanas de batallas internas, el jueves los ministros de finanzas del Eurogrupo llegaron finalmente a un acuerdo para un plan de rescate valorado en 500.000 millones de euros.
El paquete incluye una medida llamada Sure (Apoyo para mitigar los riesgos de desempleo en una emergencia), que tiene por objeto ampliar el trabajo a jornada reducida a todos los países de la UE. Presentado el 2 de abril por la Comisión Europea, este mecanismo prevé un paquete de 100.000 millones de euros “en forma de préstamos a los países que los necesiten para que los trabajadores reciban un ingreso y las empresas no despidan a los trabajadores”.
Este instrumento permitirá sobrevivir a los trabajadores, pagar el alquiler, la luz y las compras de alimentos básicos para que no se mueran de hambre.
Pero, igual que en Estados Unidos, muchos se quedarán fuera, como los autónomos.
Los planes que se van aprobando no suponen ninguna alternativa al paro ni a la reducción de salarios; sólo tratan de impedir una ola de hambre y, ppor lo tanto, de saqueos y disturbios.