Las provocaciones europeas contra Rusia siguen su curso. La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, propone que Bruselas negocie acuerdos bilaterales con los países de los principales pabellones de los buques que exportan petróleo ruso para “inspeccionarlos”.
La propuesta se lanza tres semanas después de que los soldados franceses abordaran un barco “sospechoso” con el pretexto de que había lanzado drones sobre Dinamarca, lo cual se demostró que era absolutamente falso, Es algo a añadir a unas sanciones que son plenamente ilegales.
A falta de argumentos, la Unión Eurpoea ha comenzado a pregonar que hay un “riesgo ecológico” porque la “flota fantasma” se compone de entre 600 a 1.400 barcos que -para justificarse- ellos consideran muy antiguos, mal mantenidos e incluso “mal asegurados”. Dicen que son un riesgo para el medio ambiente de los países costeros del Mar Báltico y el Mar del Norte.
El otro pretexto ridículo es que también son sospechosos de haber dañado varias infraestructuras en el Mar Báltico en los últimos meses, incluidos cables de comunicación y cables eléctricos, cuando los oficiales que tripulaban el buque han sido absueltos por los tribunales finlandeses, como ya hemos expuesto.
La Unión Europea ya ha sancionado a 444 barcos, una cifra que quiere aumentar a 562 una vez que aprueben el próximo paquete de sanciones contra Rusia.
El lunes Kaja Kallas presentó un documento de cinco páginas a los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea en Luxemburgo en el que se enumeran varias opciones para impedir los movimientos de la flota.
El documento propone negociar acuerdos bilaterales con los países cuyo pabellón es utilizado por los buques para permitir “inspecciones preautorizadas en virtud de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar”.
Kallas también pide la aplicación de un nuevo mecanismo de piratería que no detalla y solicita un mandato de los Veintisiete antes de que finalice el año para comenzar a negociar acuerdos bilaterales con los países que ponen su pabellón en los barcos.
La diplomática europea ha mostrado su satisfacción porque Panamá, que administra el mayor registro de buques del mundo, ha cedido a las presiones europeas y se niega a ceder el pabellón buques mayores de quince años. Bruselas quiere que otros países sigan ese camino.
“Deberíamos pensar más en ello, ser más creativos, porque también son creativos, evitando las sanciones”, dijo Kallas el lunes. La Unión Europea ya está en contacto, a través de su enviado especial para la aplicación de sus sanciones, con los países costeros que prestan servicios de suministro y asistencia logística a los buques de la flota fantasma.
Pero los europeos no conocen los límites. En junio, en una reunión con periodistas europeos en Varsovia, el ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, pidió nada menos que un cambio en el derecho marítimo internacional. “Hay un desajuste entre las reglas del comercio marítimo internacional y esta masa de agua muy particular que es el Báltico […] El problema es que los estados ribereños pueden intervenir como mejor les parezca en sus aguas territoriales [hasta 12 millas náuticas], pueden actuar hasta cierto punto en su zona económica exclusiva [hasta 200 millas], pero no pueden hacer casi nada en alta mar”.
El ministro aún no se ha enterado que el mar no es suyo. El derecho marítimo internacional se basa en la libertad de navegación y que los piratas y corsarios se acabaron.
A principios de mes Macron pidió que los europeos den un paso adelante en la “política de obstrucción” de la flota. Según él, el comercio de petróleo atribuido a Rusia representa “más de 30.000 millones de euros” y le permite financiar entre un 30 y 40 por cien del coste de la guerra con Ucrania.
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