Un bloque de partidos irakíes ha amenazado a los estadounidenses y británicos si continúan interfiriendo en los asuntos internos. No se puede descartar la posibilidad de que este año estalle una revolución en Basora contra Estados Unidos y sus aliados en el gobierno, que recuerde la gran revolución de 1920 contra los británicos que comenzó en Bagdad.
En 2003, cuando las fuerzas estadounidenses anunciaron su intención de ocupar Irak, muchos en el país creyeron que la ocupación militar estadounidense pondría fin a la era de Saddam Hussein y que se avecinaba un futuro diferente. Inicialmente, la mayoría de los irakíes apoyaron el control de Irak por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña. Pero con el tiempo, se desarrolló una resistencia nacional contra la ocupación extranjera, avergonzando a la quinta columna que apoyaba a los ocupantes.
Sin embargo, esta resistencia se volvió contra la población y se convirtió en una guerra sectaria dirigida por el sangriento Abu Musab al-Zarqawi, que mató a muchos chiítas, pero también a sunitas, kurdos laicos y otras minorías. Quería una guerra entre sunitas y chiítas a pesar de la advertencia de su emir, Osama bin Laden, transmitida por su comandante adjunto, Ayman al-Zawahiri. Zarqawi ignoró la advertencia de su emir y logró provocar una sangrienta reacción chiíta contra los sunitas, creando una fractura sectaria en Irak en pocos años, que Saddam Hussein no había logrado en 23 años de gobierno.
Unos años más tarde, los chiítas crearon su propio movimiento de resistencia contra las fuerzas de ocupación apoyadas y financiadas por Irán. Han llevado a cabo numerosos ataques contra las fuerzas de ocupación (el más llamativo fue el ataque diurno contra Asaib Ahl Al-Haq en Karbala, que ejecutó a un marine estadounidense y tomó como rehenes a cuatro soldados y oficiales del municipio en el que se encontraban, que posteriormente también fueron ejecutados).
Pero este movimiento se desvaneció tras la retirada de las fuerzas estadounidenses y británicas del país en 2011. Con el ascenso del Califato Islámico y su ocupación de Mosul y un tercio de Irak en 2014, la resistencia chiíta apoyó a las Fuerzas de Movilización Popular (Hachd al-Chaabi), en respuesta al llamamiento del ayatolah Sayyed Ali Sistani. Junto con el reorganizado ejército irakí y la policía federal, lograron derrotar al Califato Islámico, pero sin haber puesto fin a su insurgencia en forma de guerra de guerrillas que estaba teniendo lugar antes de 2014.
Muchos de estos combatientes se unieron a las fuerzas regulares oficiales, pero muchos otros regresaron a sus partidos políticos y mantuvieron su independencia. Estos combatientes tienen ahora una nueva razón para tomar las armas y librar una nueva guerra contra las fuerzas del Pentágono.
De hecho, Asaib Ahl Al-Haq, la Organización de la BADR, Kataeb Hizballah Irak, Harakat Al-Yihad wal Bina, Kataeb Sayyed Al-Shuhada, Harakat Al-Nujabaa, Yund Al-Imam y otros grupos han advertido a Estados Unidos y al Reino Unido que “dejen de interferirse en los asuntos locales”.
“Se revela otra sucia conspiración, que muestra a los políticos estadounidenses, británicos e irakíes intentando abiertamente establecer un gobierno débil. Esta conspiración está dirigida por Brett McGurk [enviado de Estados Unidos a Irak] y Thamer Al-Sabhan [antiguo embajador saudí en Irak, ahora ministro]. Tenemos el poder de intervenir en el momento oportuno para frustrar esta conspiración, porque hoy somos más fuertes que nunca. Nuestra meta es proteger los intereses de nuestro pueblo y mantener el proceso electoral democrático libre de interferencias”, dijeron en su declaración.
Estos grupos exigen que el partido Dawa ponga fin al “comportamiento irresponsable” de algunos de sus dirigtentes (Haidar Abadi) y que Sayyed Moqtada Al-Sadr “se oponga a esta repulsiva conspiración y a la presencia ilegal de fuerzas extranjeras en Irak”.
Si Estados Unidos cree que puede imponer a sus peones, debe prestar atención a las primeras señales de la resistencia, que está dispuesta a atacar no sólo a sus fuerzas, sino también a la quinta columna irakí.
Estados Unidos se prepara para responder a un nuevo levantamiento contra sus fuerzas en Irak, lo que explica las recientes declaraciones del coronel Sean Ryan, portavoz de las tropas estadounidenses en Irak, afirmando que seguirán ocupando el país “el tiempo que sea necesario”, es decir, hasta que logren imponer a sus peones locales.
La Guerra de Irak, cuando se justifica la falsa afirmación.
La cadena de brutales ataques contra EE.UU. el 11 de Septiembre de 2001 supuso un antes y un después en las relaciones internacionales. El Gobierno del presidente George Bush declaró una guerra contra el terrorismo global que, a semanas de los atentados, se materializó en la Guerra de Afganistán. EE.UU. y sus aliados occidentales buscaban en las montañas de Tora Bora al líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, responsable del 11-S. Tras Afganistán, el siguiente objetivo en la cruzada antiterrorista de Bush fue el Irak de un viejo conocido, Saddam Hussein.
Bush y sus aliados justificaron la invasión en la falsa afirmación de que el país ocultaba armas de destrucción masiva y que, con este arsenal en su poder, Saddam era una terrible amenaza para los intereses y la seguridad nacional de EE.UU. Como posteriormente reconocieron altos cargos de la CIA, la administración Bush no tuvo reparos en orquestar una campaña de manipulación para justificar la decisión de ir a la guerra, ya adoptada por razones políticas.
A la ocupación le sucedió una rápida derrota del Ejército iraquí. El 1 de Mayo de 2002, Bush ya dio por finalizados los propios combates. El régimen fue derrocado y estadounidenses y británicos impusieron un gobierno provisional. Durante varios meses Saddam permanecio en paradero desconocido hasta que a mediados de diciembre soldados kurdos iraquíes de EE.UU. lo encontraron escondido en un sótano en los alrededores de su localidad natal, Tikrit, desaliñado, demacrado y con barba poblada dieron la vuelta al mundo. El 5 de Noviembre de 2006, tras dos años de juicio, Saddam Hussein fue condenado a morir en la horca y el 30 de Diciembre fue ejecutado.
La Guerra de Irak, cuando se justifica la falsa afirmación.
La cadena de brutales ataques contra EE.UU. el 11 de Septiembre de 2001 supuso un antes y un después en las relaciones internacionales. El Gobierno del presidente George Bush declaró una guerra contra el terrorismo global que, a semanas de los atentados, se materializó en la Guerra de Afganistán. EE.UU. y sus aliados occidentales buscaban en las montañas de Tora Bora al líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, responsable del 11-S. Tras Afganistán, el siguiente objetivo en la cruzada antiterrorista de Bush fue el Irak de un viejo conocido, Saddam Hussein.
Bush y sus aliados justificaron la invasión en la falsa afirmación de que el país ocultaba armas de destrucción masiva y que, con este arsenal en su poder, Saddam era una terrible amenaza para los intereses y la seguridad nacional de EE.UU. Como posteriormente reconocieron altos cargos de la CIA, la administración Bush no tuvo reparos en orquestar una campaña de manipulación para justificar la decisión de ir a la guerra, ya adoptada por razones políticas.
A la ocupación le sucedió una rápida derrota del Ejército iraquí. El 1 de Mayo de 2002, Bush ya dio por finalizados los propios combates. El régimen fue derrocado y estadounidenses y británicos impusieron un gobierno provisional. Durante varios meses Saddam permanecio en paradero desconocido hasta que a mediados de diciembre soldados kurdos iraquíes de EE.UU. lo encontraron escondido en un sótano en los alrededores de su localidad natal, Tikrit, desaliñado, demacrado y con barba poblada dieron la vuelta al mundo. El 5 de Noviembre de 2006, tras dos años de juicio, Saddam Hussein fue condenado a morir en la horca y el 30 de Diciembre fue ejecutado.
La invasión de Irak desencadenó una oleada de violencia y atentados contra las fuerzas de la coalición y entre diversos grupos étnicos. Los enfrentamientos contra la insurgencia, las sangrientas luchas entre suníes y chiíes y la actividad de Al Qaeda en la región enquistaron el conflicto durante años.
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