Ayer Estados Unidos anunció una serie de sanciones económicas contra dos militares malienses. Les acusa de estar involucrados en el despliegue de las tropas de Wagner en el territorio.
Según Washington, la presencia de las tropas rusas ha provocado un importante aumento de las violaciones de derechos humanos, con un 278 por cien más de víctimas civiles desde la llegada de los rusos en diciembre de 2021.
Entre los sancionados se encuentran el coronel Sadio Camara, actual ministro de Defensa y el coronel Alou Boi Diarra, oficial de la Fuerza Aérea de Malí. Los activos de estas personas en Estados Unidos han sido congelados y ahora está prohibida cualquier transacción con personas o empresas estadounidenses.
Las sanciones pretenden destacar su implicación en el fortalecimiento de la presencia de Wagner en Mali que, según el subsecretario del Tesoro para Terrorismo e Inteligencia Financiera, Brian Nelson, han dejado desamparada a la población de Mali.
A pesar de los pretextos de Estados Unidos, el gobierno de Mali ha empezado a negociar un acuerdo de paz con la principal milicia tuareg alzada en armas. Las conversaciones han provocado una escisión dentro del movimiento Azawad porque una parte pretende continuar las acciones armadas bajo cualquier circunstancia.
Muchos de los muertos en el norte de Mali son consecuencia de los enfrentamientos armados entre los propios tuaregs.
La tensión entre Mali y Estados Unidos sigue subiendo de grado. En mayo el gobierno de Bamako convocó a la embajadora estadounidense, Rachna Korhonen, tras el anuncio por parte de Estados Unidos de restricciones de visado a dos oficiales del ejército maliense, acusados de violaciones de los derechos humanos. El gobierno de Malí en ese momento expresó sus “fuerte protestas” y calificó las acusaciones de falsas.
Las nuevas sanciones forman parte de esa escalada de tensión. Wagner ha anunciado que continuará con sus actividades en África hasta la erradicación de las organizaciones yihadistas que operan en el Sahel.