“La superioridad militar de Estados Unidos -la columna vertebral de su influencia mundial y su seguridad nacional- se ha erosionado hasta un nivel peligroso”, señala el informe de la comisión parlamentaria sobre estrategia de defensa nacional.
“El ejército estadounidense podría sufrir un número inaceptable de víctimas […] en su próximo conflicto”, continúa el texto. “Podría tener dificultades para ganar, o quizás perder, una guerra contra China o Rusia”.
Estados Unidos sería particularmente vulnerable si sus tropas fueran “forzadas a luchar simultáneamente en dos o más frentes”.
Esta conciencia confirma que la inminencia de una guerra es cada vez menos probable. Ningún país del mundo va primero a la guerra si no está convencido de que la va a ganar.
Es de esperar que estas observaciones ayuden a Washington a reflexionar antes de embarcarse en nuevas aventuras bélicas que podrían terminar a su costa.
También hay que esperar que los aliados europeos reflexionen sobre el nivel de protección y seguridad que Estados Unidos les proporciona realmente en el marco de la OTAN y que dejen de comportarse como vasallos de un Estado que les perjudica y les critica a diario.
Esta evaluación de la potencia militar real de Estados Unidos puede ayudar a poner fin a la hegemonía y las leyes extraterritoriales de Estados Unidos y el caos que el imperialismo genera en casi todas las partes del mundo.