En 1959 el cuerpo de ingenieros de Estados Unidos construyó una base militar subterránea en Groenlandia. La obra se encubrió con el pretexto de investigar la viabilidad de trabajar bajo hielo. En realidad, Estados Unidos estuvo trabajando de 1960 a 1966 en el Proyecto Iceworm para construir una red de misiles nucleares móviles bajo hielo, que le permitiera atacar a la URSS.
La base que Estados Unidos construyó bajo hielo se conoce hoy en día como Camp Century. Tiene 8 metros de profundidad y recorre 1,6 kilómetros. En ella vivieron cerca de 200 soldados. En ella Estados Unidos almacenó toda clase de elementos biológicos, químicos y radioactivos. Al interrumpir el proyecto, dejaron abandonados los residuos tóxicos.
En la Guerra Fría, Groenlandia se convirtió en un punto estratégico para Estados Unidos, pues era el camino más corto para que los bombarderos y los misiles alcanzaran la URSS.
El Proyecto Iceworm pretendía almacenar 600 misiles balísticos intercontinentales, que eran transportados por un sistema de rieles y túneles bajo la capa de hielo.
Para ocultarlo, el Pentágono engañó a todo el mundo hablando del proyecto Camp Century, que planeaba la construcción de una supuesta ciudad bajo el hielo en la que científicos, ingenieros y militares trabajarían juntos. Ni siquiera al gobierno de Dinamarca, bajo cuya soberanía está Groenlandia, le informaron de los verdaderos planes del Pentágono.
Excavaron 21 túneles de tres kilómetros de largo bajo la capa de hielo. Allí se construyeron laboratorios, una biblioteca, una iglesia, un café, salas de descanso, lavanderías y cuarteles. Gracias al reactor nuclear móvil Alco PM-2A, el primero en su tipo, el campamento contaba con energía, sistemas de filtrado de agua y calefacción para las 200 personas que allí vivían.
El Pentágono convirtió a Camp Century en parte de su propaganda acerca de la superioridad tecnológica de Estados Unidos. Pero fue un fracaso rotundo, tanto científico como militar, sobre todo teniendo en cuenta los millones de dólares invertidos. Los soldados debían retirar más de 120 toneladas de nieve y hielo para evitar que las paredes y el techo de la construcción se vinieran abajo.
En 1962 la estación de energía atómica se vio amenazada por la caída del techo y en 1964 por la deformación de los túneles, por lo que ese año fue desmontada. La estación trabajó un año más con generadores diésel, pero en 1965 fue totalmente evacuada.
Eso fue por culpa de las calorías que ingieren los estadounidenses. ¡Así… cómo no se va a derretir el hielo y venirse abajo todo ese tinglado altamente tecnológico? Lo bueno del caso es que mientras eso sucedía, al tiempo que los yanquis se ejercitaban, dejaban de alienarse con las putas TV-s. Dos de cada tres norteamericanos son obesos y uno de cada esos dos obesos en franca obesidad u obesidad mórbida. Es que son yanquis y lo de ellos es tragar y tragar todo cuanto pueden. Se han tragado la tierra de los nativos y ahora ejercitan sus mañas por todo el mundo, asociados con lo mejor de cada nación.
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Hasta no hace mucho en Europa cuidábamos mejor a nuestros cerdos. Mas ahora, con la venida abajo de la sociedad del bienestar hacia la que supuestamente nos conducían nuestros timoneles, sumamente pródigos todos ellos, las piaras ya no precisan de nuestros cuidados, pues saben cuidarse a sí mismas muy bien y mejor que bien mejor que nunca, amén de que acrecentaron sus reservas para aguantar que ni se sabe, sin necesidad del paraíso que en los cielos se les reserva a la buena gente (porque en nuestra pequeña bola también hay paraísos al servicio de sus excelencias).