El análisis de los discursos oficiales del Kremlin muestra un cambio significativo en los objetivos de la guerra con Ucrania. Apenas se habla ya de desmilitarización y desnazificación.
El cambio se ha producido como consecuencia de los ataques con drones y las pequeñas incursiones en el interior del territorio ruso, especialmente en la región fronteriza de Belgorod, que el Kremlin no considera como parte de la guerra sino como “terrorismo”.
El primero en hablar claramente ha sido Medvedev, Vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso. El 29 de abril dijo: “Hay que desmantelar por completo el régimen nazi de Kiev. De lo contrario, nunca se calmarán y el nihilismo de su adicción a las drogas duras se hará realidad y la guerra seguirá aquí durante mucho tiempo. Nuestro país [Rusia] no necesita eso”.
Por si acaso alguien no había entendido bien, el 26 de mayo repitió: “Es necesario destruir la naturaleza profunda de este régimen nazi en Kiev, de lo contrario el conflicto continuará indefinidamente, con fases alternas, tres años de paz seguidos de tres años de guerra, y así sucesivamente, y todo esto repetido y repetido”.
Tras los últimos ataques contra Belgorod, Medvedev avanzó un paso más: “Se trata de un acto de terrorismo, y no hay otra forma de describirlo. Si es un acto de terrorismo, sólo hay una manera de responder a él. Ningún país puede permitirse negociar con terroristas, los terroristas deben ser destruidos”.
Además, publicó un vídeo en el que muestra su discurso a un grupo de militares en el campo de entrenamiento de Prudboy, en la región de Volgogrado. “Está claro para todos que esto es un ataque absolutamente terrorista, no una batalla militar, no una acción militar. Ni siquiera se corresponde con las reglas de la guerra”, afirmó Medvédev.
“El objetivo era causar daños a la población civil, y sólo eso, porque los medios de destrucción, los drones que se utilizaron, no pueden dañar instalaciones militares ni edificios de la administración pública”, añadió. “El objetivo era simple: causar daños, perjudicar a la población civil de un modo u otro”, subrayó Medvedev.
“El hecho de que nuestro enemigo se comporte ya como un terrorista es una característica muy específica del régimen ucraniano y de quienes lo apoyan, en primer lugar los estadounidenses y los europeos, que de hecho han entrado en pie de guerra con nosotros”, subrayó Medvédev. “Los actos terroristas deben ser objeto de las represalias más severas posibles”.
Luego le tocó el turno al propio Putin, a quien le preguntaron por los ataques en el interior de Rusia, y se refirió a Ucrania como un “territorio”, no como un Estado soberano e independiente.
Si nuestra interpretación es correcta, entonces la guerra no acabará con un acuerdo entre Rusia y Ucrania, ni con la OTAN, sino con el fin de Ucrania como Estado, algo que puede ocurrir de varias maneras diferentes.
Una de ellas es que los vecinos (Polonia, Hungría, Rumanía) se queden con girones del territorio ucraniano que llevan reivindicando desde la caída de la URSS en 1991. Esta solución podría atraer a los países beneficiarios a las filas de Rusia y, de rebote, dividiría a la OTAN y a la Unión Europea.