Era mejor oponerse a la guerra en tiempos de Biden que a la paz en tiempos de Trump

Las negociaciones de paz entre Rusia y Estados Unidos comienzan en Arabia saudí sin ninguna participación europea, lo que no ha podido evitar una fractura interna. Se ha destapado esa jaula de grillos que son los países europeos y, de rebote, los “socios” y “aliados” occidentales.

Trump ha anunciado que no invitaría a los europeos a sentarse a la mesa, por la sencilla razón de que no pueden aportar nada. Enfadadados, a la otra orilla del Atlántico sus “socios” se reunen en París para lamer sus heridas.

Pero no todos han sido invitados, es decir, hay europeos a los que nadie invita a nada, ni quiera sus vecinos, lo que aumenta un enfado de todos contra todos.

En París estuvieron representados Polonia, Dinamarca, Francia, Países Bajos y España, así como los presidentes del Consejo Europeo, de la Comisión Europea y el secretario general de la OTAN.

Hungría, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Peter Szijjarto, ha condenado al grupo de Paris con palabras muy expresivas: son dirigentes frustrados, partidarios de la guerra y enfrentados a Trump. Su posición refleja la línea política adoptada por Budapest, que siempre ha defendido abiertamente las negociaciones ruso-estadounidenses.

Esta postura de oposición a la Guerra de Ucrania le ha valido a Orban -y a otros- el calificativo típico de “pro-ruso”. Con ella va la oposición al envío de armas e los ocranianos y el deseo de reanudar el suministro de gas ruso.

Europa ha quedado atrapada en su propio laberinto y ahora le corresponde desempeñar el triste papel militarista a ultranza. Tarde o temprano su destino era enfrentarse a Estados Unidos, y más le valía oponerse a la guerra en tiempos de Biden que a la paz en tiempos de Trump.

Ya sólo falta que ahora los lacayos de Bruselas empiecen a presentar este sainete como un deseo de defender la “autonomía de Europa” y que para remarcar esa “autonomía” se opongan a la paz.

Pero eso también es engañoso. A lo que se oponen los mandarines europeos no es a la paz sino a Rusia, que es su segundo error de planteamiento. Los europeos necesitan mantener la tensión en el continente para promover el rearme y para ello tienen que mantener la ficción de que Rusia les amenaza, lo mismo que amenazó a Ucrania.

Este planteamiento viciado favorece que los intoxicadores europeos pongan encima de la mesa la necesidad de ofrecer “garantías de seguridad” a Ucrania, lo que cual nos lleva a afirmar varias cosas:

  1. Las garantías de seguridad no son para Ucrania sino para los países europeos
  2. Cuando son verdaderas, las garantías de seguridad son mutuas, o sea, que también deben incluir garantías para Rusia
  3. Los países europeos no pueden garantizar nada porque han perdido la guerra.

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