El canciller iraní, Mohammad Yavad Zarif, ya visitó Ankara el 12 de agosto, manteniendo una serie de reuniones con dirigentes turcos, incluyendo Erdogan.
La agencia añade que “la próxima visita de Erdogan es de extrema importancia en términos del establecimiento de las relaciones entre Teherán y Ankara en un nuevo nivel”.
Estos vínculos coinciden con el inicio de los bombardeos rusos sobre las posiciones yihadistas en Alepo desde la base aérea de Hamedan, a 1.824 metros de altitud, en territorio iraní, un acontecimiento realmente relevante por varias razones.
En primer lugar, ante las dificultades en Alepo, Rusia ha tenido que reanudar los ataques con bombardeos desde aeronaves estratégicas TU-22M3, que forman parte de su fuerza de ataque nuclear.
En segundo lugar, por estrechas que fueran las relaciones entre Irán y Rusia, no puede dejar de sorprender que Teherán haya consentido que una potencia extranjera utilice una base instalada en su propio suelo, algo impensable hace sólo unas semanas.
La visita de Erdogan culmina así el giro histórico que se está culminando en Oriente Medio. Tras la cumbre tripartita entre Irán, Azerbaián y Rusia de hace unos días y el viaje de Erdogan a Rusia, se produce el acercamiento entre Turquía e Irán, otro acontecimiento impensable hace sólo un mes.
Las absurdas disquisiciones geoestratégicas que hasta la fecha reducían la situación en Oriente Medio a un choque religioso entre chiítas (Irán) y sunitas (Turquía), se vienen abajo. Los hechos prueban que está ocurriendo más bien todo lo contrario, a saber: los intentos por parte de los imperialistas de enfrentar a los países de Oriente Medio manipulando y enfrentando a las distintas corrientes del islam han fracasado rotundamente.