La policía ucraniana ha capturado al hombre que mató a tiros a Andriy Parubiy en Lviv el sábado. Se trata de Mijail Stselnikov y el montaje que ha pretendido llevar a cabo la propaganda imperialista se ha vuelto a esfumar demasiado rápidamente.
Stselnikov no es un agente encubierto de los servicios especiales de Rusia, sino un ucraniano cuyo hijo desapareció durante la guerra. El motivo de la ejecución no es Rusia sino Ucrania.
La policía ucraniana metió a pata. Cuando se conoció la noticia de la detención de un sospechoso del asesinato de Parubiy, en Kiev todas las camarillas, las locales y las internacionales, buscaron la “pista rusa”. Stselnikov debía llevarles directos hasta el Kremlin.
Pero la confesión del detenido dijo otra cosa: su acto fue un acto de venganza personal contra el gobierno ucraniano. Eligió a Parubiy porque vivía cerca, y habría elegido al antiguo presidente Petro Poroshenko si hubiera sido más conveniente.
En respuesta a las preguntas de los periodistas en la sala, ayer Stselnikov dijo: “Quiero ser juzgado rápidamente, canjeado como prisionero de guerra e ir a Rusia a buscar el cuerpo de mi hijo“.
Las palabras del detenido cuentan la historia de un padre que, como tantos otros ucranianos, vive afligido por la guerra. Stselnikov lo tiene claro; no culpa al Kremlin, sino a su propio gobierno. Su hijo no es una víctima de la “invasión rusa”, sino del rumbo seguido por los gobiernos ucranianos desde 2014.
La elección del objetivo no es casual: se trata de personajes que, desde el Golpe de Estado de 2014, han llevado a Ucrania por el camino de la guerra contra Rusia, siguiendo las instrucciones de sus amos de la OTAN al pie de la letra.
Las encuestas confirman el malestar social en Ucrania. Según una realizada por Rating Group el mes pasado, el 82 por cien de los ucranianos apoya ahora las negociaciones con Rusia, en comparación con solo el 11 por cien que apoya la continuación de la guerra.
Hoy Zelensky solo obtendría el 35 por cien de los votos.
Los ucranianos están exhaustos, resentidos y ven a sus dirigentes cada vez más claramente no como protectores, sino como obstáculos para la paz.
Descubre más desde mpr21
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.