Ford, un embajador criminal de guerra |
Ford es el máximo artífice del inicio de la Guerra de Siria. Cuando en 2011 estaba a la cabeza de la embajada, fue quien elaboró los planes para de guerra para derrocar a Al-Assad. Él en persona fue quien fomentó las manifestaciones armadas por las calles y los ataques provocadores a la policía y al ejército.
Nadie mejor que él, pues, para dar la guerra por finiquitada. A Ford también le preguntan si, a pesar de todo, es posible que en ciertas regiones de Siria existe la posibilidad de romper el equilibrio de fuerzas sobreel terreno, y el embajador responde negativamente: “Los rebeldes no tienen ninguna posibilidad de recuperar el terreno perdido, a menos que los Estados occidentales acepten seguir armándolos”.
Ford trataba de mantener las distancias con la decisión de Trump de cesar el envío de armas a los mercenarios yihadistas que había apdrinado hasta este momento.
¿Cómo continuar la guerra contra Siria por otros medios distintos de los que hasta ahora han puesto en práctica? A Ford se le ocurre pasar de la tragedia a la farsa para continuar las batallas en el Tribunal Penal Internacional. Incluso en Estados Unidos los abogados son más baratos que los bombardeos de misiles.
Naturalmente Ford ni siquiera se imagina la posibilidad de que quien se siente en el banquillo de los acusados sean él y otros criminales de su misma ralea. Se refiere a Bashar Al-Assad.
Es como si los 300.000 cadáveres nada tuvieran que ver con quienes, como el embajador Ford, movieron los hilos de la guerra sentados cómodamente en los despachos de Washington, Londres o París.