Gutman: premiado por mentir |
A esas obras hay que añadir artículos, como el del antiguo embajador de Canadá en Yugoeslavia, James Bissett, de los que basta recordar el título: “Nosotros creamos un monstruo”. En dicho artículo Bisset reconoce que desde 1998 la CIA, con la ayuda del SAS británico, envió armas al UÇK, el denominado “ejército de lilberación de Kosovo”, y adiestró militarmente a sus miembros para desatar una insurreción armada. Una vez que la región estuviera enzarzada en la guerra, “la intervención de la OTAN sería posible y estaría justificada”(3).
Para justificar la intervención de la OTAN, Clinton acusó a los serbios de limpieza étnica y adujo la necesidad de evitar una catástrofe humanitaria en Kosovo, iniciando las comparaciones con los campos de concentración del III Reich y pasando por alto que las víctimas de los mismos no habían sido otros que los serbios.
Unos años antes, durante la guerra serbo-bosnia, Itzebegovic fue el primero en hablar de “campos de concentración”, que las agencias de publicidad y los grupos de presión de Estados Unidos trasladaron luego a las ONG, los partidos políticos y la prensa.
Hay una anécdota que es muy significativa de la manera en que funciona la intoxicación mediática. A mediados de julio de 1992 el periodista estadounidense Roy Gutman llegó a Banja Luka, la capital de Bosnia, como corresponsal del New York Times y dijo al ejército serbio que quería visitar los campos de concentración. Con toda la ingenuidad del mundo, le llevaron al de Manjaca, donde fue el primero en llegar. Recorrió todo el campo de arriba abajo e interrogó a los presos, que se quejaron de la mala alimentación, pero negaron haber padecido cualquier clase de malos tratos.
A la salida el periodista reconoció que el campo respetaba la convención de Ginebra, aunque luego en su artículo publicado el 19 de julio en el New York Newsday escribió todo lo contrario. Aquel artículo se titulaba “Prisioneros de la guerra de Serbia: relatos de hambre y tortura en un campo del norte de Bosnia”(4). Dos semanas después, el 2 de agosto, volvió a la carga con otra manipulación, hablando de “carnicerías infernales” y hornos crematorios: “Los cuerpos han sido quemados en hornos crematorios y transformados en alimento para ganado”, escribió el farsante (5).
Pero la manipulación no sólo se compone de artículos periodísticos: al año siguiente a Gutman le concedieron el Premio Pulitzer por sus reportajes. La intoxicación funciona exactamente así: hay que premiar al mentiroso. Dado que con el tiempo las falsedades de Gutman han ido saliendo a la luz y que aún hay gente digna en la profesión, los periodistas Peter Brock y David Binder iniciaron una campaña para que al farsante le retiren el galardón y, de paso, lavar las numerosas falsedades periodísticas vertidas durante aquella guerra (6).
(2) Amerikas heiliger Krieg, Kopp Verlag, Rottenburg, 2014
(3) We created a monster, Toronto Star, 31 de julio de 2001, http://web.archive.org/web/20080510052014/http://www.deltax.net/bissett/a-monster.htm
(4) Prisoners of Serbia’s War: Tales of hunger, torture at camp in north Bosnia, New York Newsday, 19 de julio de 1992.
(5) In six-week Spree, at least 3,000 killed, New York Newsday, 2 de agosto de 1992.
(6) Former NY Times Reporter: ’93 Pulitzer Prize Should Be Revoked, Sherrie Gossett, CNSNews.com, 22 de marzo de 2006.