Las tan cacareadas medidas “duras” prometidas por el gobierno británico contra China han demostrado ser un petardo mojado. No podía ser de otra forma: la economía británica, lo mismo que otras, en especial las europeas, depende del comercio con China.
Esta semana el ministro de Relaciones Exteriores británico Dominic Raab ha declarado en la Cámara de los Comunes que suspendía el tratado de extradición con su antigua colonia de Hong Kong en protesta por la aplicación por parte de Pekín de nuevas leyes de seguridad en el enclave.
Raab sorprendió a todos diciendo que Gran Bretaña quería una “relación positiva” con China. “Ambos países tienen mucho que ganar y hay muchas áreas en las que podemos trabajar de manera productiva y constructiva para beneficio mutuo”.
El mismo día el Primer Ministro Boris Johnson dijo que era necesario encontrar un “equilibrio” en las relaciones del Reino Unido con Pekín: “No voy a ser llevado a un reflejo sinofóbico en cada asunto, ni voy a convertirme en alguien que sea automáticamente anti-China”, dijo.
Johnson dijo que no abandonaría por completo la política de compromiso con Pekín, añadiendo: “China es un gigante geopolítico… Necesitamos tener una respuesta calibrada y vamos a ser duros en algunas cosas, pero también vamos a seguir comprometiéndonos”.
De esta manera Gran Bretaña sigue el ejemplo de Estados Unidos, Canadá y Australia, que también han puesto fin a los tratados de extradición con Hong Kong. Hay que tensar la cuerda, pero sin romperla.
Por su parte, China sostiene que se necesitan nuevas leyes de seguridad para aplastar los disturbios desatados por los imperialistas en el antiguo enclave colonial que, en cualquier caso, está bajo soberanía china.
El gobierno de Londres trata de calmar una tormenta política que desatada con China en los últimos días. La decisión de la semana pasada de retirar la empresa tecnológica china Huawei de la red de telecomunicaciones británica, así como los informes de que se enviaría un portaaviones británico al Mar de la China Meridional, provocaron una reacción furiosa de Pekín, que acusó a Londres de hostilidad y de iniciar una nueva Guerra Fría.
El embajador de China en Gran Bretaña se burló de la BBC diciendo que Gran Bretaña estaba “bailando el aria” que interpreta Washington. Pekín también prometió tomar represalias con medidas económicas y diplomáticas recíprocas.
La economía británica depende en gran medida de la inversión extranjera directa de China. La inversión de capital chino en Gran Bretaña es mucho mayor que en otras partes de Europa o América del Norte. Después del revés de Huawei, China podría perjudicar seriamente la economía británica si sus empresas redirigen su capital a otros destinos occidentales. La deslocalización podría estar motivada por la pérdida de confianza de las empresas chinas en Gran Bretaña.
Por ejemplo, TikTok, la red social china, abandonó sus planes de convertir a Gran Bretaña en su sede mundial en el extranjero tras el cambio de rumbo de Londres en Huawei. Unos 3.000 puestos de trabajo británicos están en juego si TikTok cancela sus planes.
Otra ilustración de la dependencia de Gran Bretaña de China es la dependencia de las universidades de los estudiantes chinos para sus ingresos. Un informe reciente muestra que muchas de las universidades más prestigiosas de Gran Bretaña dependen de los fondos chinos, que representan hasta un tercio de sus gastos de matrícula.
El Secretario de Estado Mike Pompeo voló a Londres horas después de que Johnson y Raab expresaran su renuencia a embarcarse en el camino de la Guerra Fría con China. Se reunió con el Primer Ministro británico y su Secretario de Relaciones Exteriores para instarles a adoptar la “línea dura” hacia China.
Es el dilema permanente de Gran Bretaña como secuaz de Washington. Está impulsado a hacer lo que Washington quiera para irritar a Pekín, pero los británicos saben muy bien que no pueden permitirse el lujo de provocar a China. El equilibrio de Johnson entre los Estados Unidos y China revela una vergonzosa debilidad.
—https://www.strategic-culture.org/news/2020/07/22/uk-blinks-in-china-face-off/