Otto Skorzeny |
El mercenario nazi, que entonces vivía en España, fue contratado por el Mosad, el servicio secreto israelí, para asesinar a Krug porque colaboraba con los egipcios en la fabricación de armamento.
La investigación pone de manifiesto un vínculo entre los nazis y los sionistas bastante más complejo de lo que leemos habitualmente en los medios de intoxicación.
El periódico fundamenta sus conclusiones en varias entrevistas de antiguos dirigentes del Mosad y personas que han tenido acceso a los archivos clasificados de Tel Aviv.
Otto Skorzeny, el nazi que asesinó a Krug, era un teniente coronel de la Waffen SS, conocido por haber dirigido el comando que en 1943 liberó a Mussolini de la prisión en la que permanecía recluido.
El periódico relata que el día de su desaparición Krug, un científico que también trabajó para los nazis como integrante del equipo de Werner von Braun, tenía una cita con Skorzeny. Le había pedido ayuda porque se sentía amenazado por su colaboración con los egipcios.
Fue asesinado en un bosque cercano a Munich. Su cuerpo lo disolvieron en ácido y enterraron los restos en una fosa cubierta de cal.
El nazi sólo fue el brazo ejecutor; el coordinador del operativo fue Isaak Shamir, entonces dirigente de las operaciones especiales del Mosad y posteriormente Primer Ministro de Israel.
Nazis y judíos: “una alianza con el diablo”, concluye Haaretz. Pero, ¿quién es el diablo?, ¿los nazis?, ¿los sionistas? El diablo no es cualquiera. Si los sionistas se refieren a Skorzeny, se trata de un criminal que nunca dejó de ser nazi. Nacido en Austria, lo mismo que Hitler, Skorzeny fue detenido por los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial, pero le absolvieron de los crímenes de guerra y se escapó… o lo dejaron escapar de la cárcel en 1948.
Se instaló en España, un verdadero paraíso para los nazis desde siempre. Aquí creó ODESSA, una organización para ayudar a huir a los nazis perseguidos durante la posguerra. También vendía armas y ejecutaba misiones por encargo a cambio de dinero.
En 1962 aceptó uno de esos encargos del Mosad… pero esta vez no fue sólo por dinero. Quería que Simon Wiesenthal, el cazador de nazis, retirara su nombre del listado de los fugitivos más buscados, lo que era una señal de que le seguían los pasos para matarle.
No fue así. Como tantos otros nazis y colaboracionistas, falleció plácidamente en Madrid pocos meses antes que Franco.
La complicidad entre el Mosad y los nazis ya era conocida. En su obra sobre el servicio secreto israelí, escrito en 1991, Ian Black y Benny Morris ya lo pusieron de manifiesto. En dicha colaboración participó Skorzeny desde el principio de la “Operación Damocles” cuyo objetivo eran los científicos alemanes de la posguerra.
Como es de rigor, el asesinato de Krug estuvo acompañado de la correspondiente campaña de intoxicación de la prensa. El Mosad se encargó de suministrar a los periódicos y radios de la época informaciones falsas que apuntaban a los egipcios como autores de un supuesto secuestro de Krug. Las víctimas aparecieron como victimarios. Una vez más la prensa le dio una vuelta de 180 grados a la realidad.