El 9 de enero, en Accra, la Comunidad de Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Unión Monetaria de los Estados de África Occidental (UMEOA) impusieron a Malí, un país que ya está aturdido por diez años de guerra, sanciones económicas y financieras draconianas. Francia, la Unión Europea y Estados Unidos se apresuraron a respaldar estas sanciones, nunca antes impuestas en esta región, a excepción de las de 2010/2011 en Costa de Marfil.
La adopción de un texto en el Consejo de Seguridad, propuesto por Francia y destinado a apoyar estas medidas, fue bloqueada por los chinos y los rusos. Malí ha entrado así en la Guerra Fría 2.0. ¿Debemos prepararnos para un cambio en las placas tectónicas del Sahel o para una vuelta al viejo orden al que aspiran los jefes de Estado de la CEDEAO y sus socios occidentales decretando la asfixia de Malí?
El embargo es total: cierre de las fronteras de todos los países miembros de la CEDEAO, suspensión de todas las transacciones financieras y comerciales, congelación de activos en el Banco Central. Todos ellos esgrimen las exenciones sobre los productos de primera necesidad, los medicamentos, los hidrocarburos, como prueba de su humanidad. Obviamente, saben que no es así. No entrará ninguna mercancía porque no habrá dinero para pagar. Algunos quieren creer que los países fronterizos no pertenecientes a la CEDEAO, Argelia, Mauritania y Guinea, excluida de la organización por el Golpe de Estado del pasado septiembre, podrán dar un respiro a Malí. Pero el estado de las carreteras y la falta de infraestructuras nunca compensarán los puertos de Dakar y Abiyán. Los que imponen estas sanciones draconianas también lo saben.
Bajo el impulso de Francia, que preside el Consejo de la Unión Europea desde el 1 de enero, Bruselas se suma a las sanciones contra los africanos occidentales. Se trata de una situación totalmente inédita. París es el principal socio de Malí en la guerra contra el terrorismo, y nunca antes los aliados habían entrado en conflicto abierto mientras seguían luchando juntos en el teatro de operaciones. Mientras que Barjan cerró sus campamentos en Tessalit, Kidal y Tombuctú en el último trimestre del año, de acuerdo con las decisiones tomadas por Macron en julio de 2021, la operación francesa sigue activa en su base de Gao, mientras que la fuerza especial europea Takuba ocupa la de Menaka.
Tras el cierre de fronteras de la CEDEAO, Bamako decidió aplicar la reciprocidad y prohibir los vuelos de los países de África Occidental en su espacio aéreo. El 11 de enero, un A400M del ejército francés despegó de Abiyán con destino a Gao. Las autoridades malienses denunciaron la violación del espacio aéreo de Malí, añadiendo que declinaban “toda responsabilidad por los riesgos a los que podrían exponerse los autores de estas prácticas en caso de una nueva violación del espacio aéreo”. ¿Amenazará la Junta con disparar a su socio, cuando hay acuerdos firmados en 2013 entre ambas partes que siguen vigentes?
El 12 de enero el Elíseo prohibió que los vuelos de Air France aterrizaran en Bamako. El juego de ping-pong entre los aliados continúa… De compleja, la situación se vuelve volcánica para los militares franceses. A finales de noviembre, el convoy logístico de Barjan fue bloqueado por manifestantes durante más de una semana, primero en Kaya (Burkina Faso) y luego en Tera (Níger). Un largo viaje que se saldó con tres muertos, muchos heridos y dejó su huella. Las autoridades burkinesas y nigerianas pidieron expresamente a sus homólogos franceses que estos convoyes dejaran de atravesar sus respectivos territorios. Por lo tanto, ya no es posible abastecer la base de Gao por tierra desde el puerto de Abiyán. Además, tras las declaraciones de Macron sobre el “alquiler de la memoria” que enfadaron a Argel, los cielos de este país siguen prohibidos para los aviones militares franceses desde octubre. Si, además, los cielos de los Estados miembros de la CEDEAO están cerrados a París, la única opción que queda es entrar en Malí a través de Mauritania desviándose por el océano Atlántico.
Pero el abastecimiento no es el único obstáculo al que se enfrentan los militares franceses atrapados en las decisiones políticas. Ya tuvieron que lidiar con el creciente rechazo a la política francesa en el Sahel por parte de las poblaciones de esta zona. Con estas sanciones, decididas por los jefes de Estado de África Occidental pero, y es un secreto a voces, es toda la opinión pública de la región la que se inflama y apoya al pueblo maliense. ¿Cómo perder definitivamente la “batalla de los corazones” echando aceite al fuego?
Oficialmente, las sanciones, con sus contraproducentes consecuencias, se adoptan para obligar a la junta gobernante a volver al orden constitucional y a organizar elecciones en un plazo razonable y no en cinco años, como ha propuesto. La vuelta a este orden constitucional es una noción de geometría variable para la CEDEAO y sus socios, que la ignoraron durante los terceros mandatos en Guinea o en Costa de Marfil, por recordar sólo estos ejemplos.
En realidad, detrás de la violencia de estas sanciones se encuentra tanto la presencia probada de instructores rusos en Malí como de la empresa militar privada (SMP) Wagner. Esto último sigue siendo posible y probable, pero no está reconocido por las autoridades malienses. La proporción que ha adquirido este asunto de los mercenarios no es razonable, sobre todo porque los países occidentales siempre han colaborado con las empresas militares privadas en los teatros de conflicto. Wagner ha pasado de ser anecdótico a ser un asunto de Estado. El temor a la implicación de Moscú en el Sahel ha creado una atmósfera de histeria colectiva. Según el Washington Post del 12 de enero, Joe Biden, que había considerado reducir su apoyo a las operaciones militares en África, finalmente lo ha duplicado. Según el periódico, esta decisión se tomó para poner fin a las diferencias entre ambos países tras el asunto de los submarinos australianos. La llegada de instructores rusos explica la reacción de Estados Unidos de respaldar inmediatamente las decisiones de la CEDEAO.
Cuando los coroneles malienses iniciaron las conversaciones con Wagner, no fue por convicción política, interés económico o el deseo de jugar sutilmente con el equilibrio de poder, ni porque Francia estuviera a punto de abandonar sus bases en el norte del país, sino para establecer un cinturón de seguridad alrededor de su fortaleza. La organización, el pasado mes de diciembre, por parte del Primer Ministro Choguel Maiga, de unas jornadas nacionales de refundación sólo tenía un objetivo: legitimar la prolongación de la transición para evitar la organización de las elecciones presidenciales previstas para el 27 de febrero de 2022 y confiscar así el poder hasta 2026.
¿De qué lado caerá Malí? ¿Del lado de los rusos, de Occidente o de la nada?
Leslie Varenne https://www.iveris.eu/list/notes/541-le_mali_livra_aux_apprentis_sorciers