Las sanciones se vuelven contra el sancionador. “Cuando usamos sanciones financieras vinculadas al papel del dólar, existe el riesgo de que con el tiempo pueda socavar la hegemonía del dólar”, ha reconocido la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, en una entrevista concedida a la CNN.
No es la única causa de la crisis del dólar, ni siquiera la más importante, pero contribuye a su desmoronamiento que, por lo demás, corre en paralelo con el de Estados Unidos como potencia mundial.
Yellen también reconoce el aumento significativo en el uso del yuan en la financiación del comercio mundial, aunque confían en que el dólar mantendrá su posición dominante, debido a que su presencia en los mercados de capitales es sólida, es decir, gracias al capital financiero y a Wall Street. El dólar puede ser arrinconado en el terreno industrial y comercial, pero lo tiene más fácil en otros, como el bancario.
La diversificación del comercio mundial y la demanda de petróleo pone en peligro la posición del dólar. La formalización del uso del dólar para el comercio de petróleo por parte de los países del Golfo en el Medio Oriente en 1945 ayudó a establecer el dominio del dólar. Sin embargo, el cambio en las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita está llevando a los países exportadores de petróleo a moverse hacia otras monedas.
Pero la opción de utilizar monedas locales es difícil de introducir, reconoció Lavrov el 14 de julio, por su mayor volatilidad que el dólar y porque su convertibilidad sigue siendo limitada.
Lo que para Estados Unidos es una salvaguarda, el dólar, para los del Tercer Mundo es un serio problema. Recientemente el presidente de Kenia denunció la obligación de comerciar con monedas demasiado fuertes, que los convierte en rehenes de las políticas económicas de las grandes potencias.
Muchos países en desarrollo, sobre todo los Brics, se han lanzado a comerciar en sus propias monedas. En Argentina la caída de las reservas de dólares, impulsada por la presión política y la caída de las exportaciones, ha desatado la inflación. En respuesta, el país comenzó a usar el yuan para pagar sus importaciones desde China.
Ciertas corrientes creen que China quiere poner el yuan en el mismo lugar del dolar, lo cual sería un craso error por parte del gobierno de Pekín, una repetición del que cometió Nixon en 1971: eliminar la convertibilidad con el oro.
Aunque quisiera, China no podría poner al yuan en el lugar del dólar por los estrictos criterios de control monetario, es decir, político, sobre su divisa. En tales condiciones el capital financiero seguirá prefiriendo el dólar que, en buena parte, flota a merced las bolsas y los mercados internacionales de capital.
Lo mismo cabe decir de la moneda común que quieren introducir Brics. Es un proceso delicado, dijo Lavrov. Las discusiones que tendrán durante la próxima cumbre, que se llevará a cabo el mes que viene en Johannesburgo, no van a poder ir más allá de las declaraciones de intenciones.
Incluso si la cumbre aprobara el lanzamiento de una nueva moneda, nunca podría sustituir al dólar y, desde luego, tampoco al oro, salvo que los Brics declararan su convertibilidad, lo que sería la verdadera sorpresa.