En ocasiones los desplazamientos los organizan intermediarios sobre el terreno, a los que la policía y los medios de comunicación califican estúpidamente como “mafias”. Europol, la agencia europea de cooperación policiaca, estima que el número de personas implicadas en el transporte de emigrantes es de unas 30.000, según ha dicho su director Rob Wainwright.
La Organización Internacional del Trabajo estima que 161 países están involucrados en movimientos poblacionales internacionales. Los beneficios mundiales anuales generados por la emigración alcanzan los 28.350 millones de euros.
La Organización Internacional para las Migraciones dice que al menos 364.000 personas han cruzado el Mediterráneo en el último año.
Según un informe del Centro de Terrorismo Internacional de la Academia de Policía de Turquía, en 2011 más de 9.000 transportistas en Turquía acumularon ingresos de 268 millones de euros para trasladar emigrantes.
Un guardia asignado para proteger a los emigrantes en Estambul, por ejemplo, cobra 26,60 euros. En una semana muy ocupada un barco puede hacer unos 20 portes. El dueño del barco cobra unos 3.000 euros semanales y el guía de una expedición a la costa italiana recibe casi 9.000 euros por cada viaje.
Los barcos se cargan con 350, 700 u 800 refugiados. La policía italiana asegura que los transportistas se llevaron 2,5 millones de euros del viaje del barco Ezadeen, con 359 personas a bordo y con cada viajero pagando entre 3.500 a 6.200 euros cada uno.
Para poder cruzar el Meditérráneo, antes hay que llegar hasta Marruecos o hasta Libia, un viaje muy largo que cuesta mucho dinero. Una enfermera de Eritrea pagó 6.200 euros para llegar a Libia desde Sudán. Un sirio tuvo que pagar 7.000 euros (el doble del sueldo anual en Siria) para llegar a Italia que, con 200 pasajeros hace un viaje generar 1.400.000 euros.
Para impedir las llegadas masivas de emigrantes la Unión Europea ha decidido entregar el control del Mediterráneo a la Marina de Guerra y a la aviación. Ha puesto en marcha la segunda fase de su operación Eunavfor Med en Libia, que empezó en junio. Los buques de guerra podrán abordar en aguas internacionales cualquier embarcación sospechosa de trasladar emigrantes.
Alemania ya tiene dos navíos en la operación y ha anunciado la movilización de 950 marinos.
Gran Bretaña ha decidido enviar a la fragata HMS Richmond y su ministro de Defensa, Michael Fallon, se ha preocupado de diferenciar ante la prensa a los pasajeros (“nos preocupamos mucho por ellos”) de los pasadores (“hay que acabar con las redes”), aunque no ha aclarado cómo los marinos van a diferenciar a unos de otros.
Francia es la causante principal de la destrucción de Libia y ahora le quiere poner remedio por la misma vía militar. Ya tiene un Falcon 50 a disposición del operativo europeo, así como medios satelitales para seguir las rutas que hacen los refugiados. Va a llevar también una fragata dotada con helicóptero y comandos de la marina.
En una larga entrevista a “Le Monde”, el Ministro de Defensa galo, Jean-Yves Le Drian, es tan hipócrita como todos los demás. Insiste en que “lo principal es salvar a los emigrantes”, luego hay que destruir las embarcaciones y, finalmente, encarcelar a los transportistas.
Llegar hasta las redes de transportistas, dice el ministro, es imprescindible porque algunos de ellos están vinculados al tráfico de armas en las regiones del Sahel y el Sáhara: “El dinero de los pasadores sirve también para el tráfico de armas en el conjunto de la zona que va de Libia a las regiones en laas que se encuentra Boko Haram. Lo hemos constatado”.
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