Pascal Boniface
Entre las constantes expresiones en la retórica de Donald Trump figura la acusación según la cual los países europeos no pagarían la parte que en justicia les corresponde en el esfuerzo defensivo del mundo occidental. El presidente Trump denuncia la falta de participación de los europeos a la hora de garantizar su seguridad, de modo que dejan a los estadounidenses la tarea de asumir esta carga.
A falta de un verdadero esfuerzo europeo para compartir la carga, arroja dudas sobre el futuro del compromiso de Estados Unidos con la OTAN. Trump ha hecho numerosas declaraciones en este sentido: “Quiero a la OTAN, la OTAN está bien. Sin embargo, ¿saben?, nosotros no deberíamos pagar casi todo el presupuesto de la OTAN para proteger a Europa. Además, se aprovechan de nosotros en el terreno comercial. No lo harán más”.
Todo esto comporta el efecto de inquietar a los países europeos, que temen no estar en condiciones de hacer frente a la amenaza rusa sin el apoyo estadounidense. “Quieren que los protejamos frente a Rusia y, sin embargo, pagan miles de millones a Rusia mientras nosotros somos los estúpidos que corremos con el peso de la carga”, según ha declarado también el presidente Trump.
Este chantaje ejercido por Trump ha dado resultado, porque los países europeos aumentan su gasto militar y se acercan al 2 por ciento fijado del PIB consagrado a la defensa, lo cual tendrá el efecto directo de aumentar las compras de armamento a Estados Unidos.
¿Cuál es la realidad de este gesto de compartir el peso de la carga? De hecho, Donald Trump va contra la verdad cuando presenta la cuestión como desfavorable para Estados Unidos. En efecto, Estados Unidos gasta mucho más que los europeos en su defensa: 720.000 millones de dólares contra 250.000 millones en el caso de los países europeos miembros de la OTAN, pero es Trump quien decidió, de forma unilateral, aumentar el gasto de defensa estadounidense en 120.000 millones de dólares en dos años. Este elevado nivel corresponde a la voluntad de hiperpotencia de los estadounidenses, que, desde el final de la guerra fría, sin embargo, han aumentado su presencia militar en el extranjero.
Decir que son los estadounidenses quienes financian la OTAN es, simplemente, una fake news, una noticia falsa. El presupuesto civil de la OTAN es de 250 millones de euros y el presupuesto militar, de 1.400 millones de euros. La aportación financiera de Estados Unidos es de 360 millones de euros, es decir, un 22 por ciento.
Pero la OTAN constituye ante todo para los estadounidenses la ocasión de extender su influencia sobre los países europeos. El chantaje de partida sirve, sobre todo, para cerrar filas tras su liderazgo.
Trump se queja habitualmente del déficit comercial –de 120.000 millones– de Estados Unidos con respecto a Europa. En materia militar, no es el caso. Las licencias de exportación concedidas por Estados Unidos a los países europeos representaron, en el 2018, 21.000 millones de dólares. Las concedidas por la Unión Europea a Estados Unidos significaron 2.400 millones. Son cifras equivalentes a las del 2017.
Puede apreciarse que Estados Unidos recupera ampliamente sus fondos aportados a la OTAN. En 1966 el senador Mansfield presentó una enmienda en el Senado estadounidense que amenazaba con retirar las tropas estadounidenses estacionadas en Europa si los países del Viejo Continente no aumentaban su gasto militar. El Ejecutivo estadounidense ha combatido cada año con éxito esta enmienda, explicando a los senadores que la presencia militar estadounidense no era un regalo hecho a los europeos, sino que correspondía al interés nacional estadounidense. En efecto, este es siempre el caso. No solamente en términos de influencia política sino también en términos económicos.
Para motivar su enmienda, Mansfield declaró que los países europeos habían recobrado su salud económica y militar y que estaban incluso en condiciones de resistir a una agresión soviética. Cabe pensar que hoy sería incluso más fácil resistir a una agresión de Rusia, cuyo presupuesto militar no es más que de 60.000 millones.
Por supuesto, si por una parte Donald Trump se refiere constantemente al reparto del peso de la carga, según él desfavorable para los estadounidenses, por otra parte no evoca nunca al reparto del poder en el seno de la OTAN. Los estadounidenses tienen, en última instancia, el monopolio. Su amenaza de retirarse de la OTAN no es más que un aviso en el aire cuya ejecución nunca permitirá el Pentágono. Se trata de un dispositivo demasiado importante, demasiado ventajoso para el complejo militar-industrial estadounidense.
https://www.lavanguardia.com/opinion/20190504/462013042649/el-chantaje-de-trump-a-la-otan.html