Como informamos hace unos días, el Bundesbank ha anunciado pérdidas históricas y ahora hay que añadir que el Banco Central Europeo no le va a la zaga. La crisis tampoco tiene precedentes desde la creación del euro. Años de política monetaria expansiva, la subida de los tipos de interés y el despilfarro (“gastos de personal”) han multiplicado el agujero, que alcanzó casi 8.000 millones de euros el año pasado.
Como resultado de las tasas de interés más altas de los bancos centrales, está aumentando el temor a las quiebras financieras. Cuando se agote la confianza, el castillo de naipes se va a derrumbar abruptamente.
Hace poco más de dos años, el Banco Central Europeo emprendió una nueva política de restricciones monetarias. No sólo ha reducido sus compras de activos, sino que ha aumentado drásticamente sus tipos de interés.
El pasado otoño, el tipo de los depósitos subió al 4 por cien, mientras que el de refinanciación fue del 4,5 por cien. Eso obligó al Banco a pagar los depósitos colocados por los bancos a niveles sin precedentes, mientras que había aplicado una política de tipos de remuneración negativas desde 2014.
Los depósitos bancarios no sólo se convirtieron en una partida de gastos, mientras que entre 2014 y 2022 fueron una fuente de beneficios, sino que aumentaron.
Las masivas recompras de bonos, llevadas a cabo desde 2015 para contener la inflación, han permitido a los bancos aumentar sus reservas. Esta política monetaria improductiva, esterilizada lentamente en tiempos de tipos de interés negativos, ha sellado el balance del Banco Central Europeo una vez que el tipo de depósito ha vuelto a ser positivo.
Los gastos son diez veces mayores que los ingresos
El año pasado el Banco anunció 800 millones de euros en ingresos. La suma incluye la diferencia entre el coste de producción de la moneda y su valor nominal a lo largo del año, las transacciones cambiarias positivas, así como los escasos intereses devengados por los bonos del Banco.
Al mismo tiempo, la remuneración de los depósitos alcanzó los 74.000 millones de euros, casi diez veces los recursos recibidos.
En un momento en que los políticos europeos manipulan las cifras reales de gasto y decenas de miles de millones de amenazas fiscales, esta cifra puede parecer insignificante. Pero debe pagarse al capital del Banco , que era de sólo 5.000 millones de euros en su creación antes de ser elevado a lo largo de los años a 11.000 millones de euros, de los cuales sólo se habían liberado 8.900 millones de euros a comienzos de año.
Así que en el último año, el Banco perdió el equivalente al 73 por cien de su capital. Es el segundo año consecutivo que el Banco avisa de que sus cuentas están en números rojos. En 2023 sufrió unas pérdidas de casi 8.000 millones, que compensaron por la utilización de las disposiciones sobre el riesgo. Gracias a una recuperación de 6.600 millones de provisiones, la pérdida final se redujo a 1.260 millones de euros.
Pero este año, después de utilizar todas sus disposiciones, no han podido compensar las pérdidas. Así, en dos años, han tenido que consignar en el balance más de 9.200 millones de euros a la espera de compensarlos con los beneficios futuros.
En los próximos años las pérdidas van a continuar, aunque su ritmo se va a reducir después de los preocupantes niveles alcanzados en 2023 y 2024.
A pesar de las pérdidas, el Banco es muy generoso con el personal que tiene enchufado en las oficinas. Sus cuentas muestran un importante aumento de los “gastos de personal”, que pasaron de 676 millones de euros en 2023 a 844 millones en 2024. El aumento es del 25 por cien, muy por encima de la inflación europea y no relacionado con el aumento de sus funciones.