De 1921 a 1929 la cotización de las acciones en Wall Street se triplicó antes de hundirse estrepitosamente. Los índices bursátiles no recuperaron el nivel anterior a la depresión hasta 1954. Por medio, Estados Unidos tuvo que poner en marcha el New Deal, la política de guerra que condujo a la Segunda Guerra Mundial y los acuerdos de Bretton Woods.
En los noventa el rápido crecimiento de internet condujo a un fuerte aumento de las inversiones en empresas emergentes tecnológicas. La euforia incluyó la aparición del Nasdaq, una bolsa paralela a Wall Street en la que cotizan 3.800 nuevas empresas. El valor de las acciones de las “puntocom” alcanzaron niveles fabulosos, basados en la novedad del momento. Luego se hundieron.
En 2008 la crisis del mercado hipotecario aumentó la deuda pública hasta el 5 por cien del PIB de la zona euro. El Banco Central Europeo cambió una deuda por otra: multiplicó el dinero en circulación para salvar a sus miembros de la bancarrota y mantuvo los tipos de interés bajos para que la recesión fuese más llevadera. De 2011 a 2017 inyectó cuatro billones.
El intercambio instantáneo de valores, el dinero fácil, el endeudamiento y la especulación son las tres condiciones inmediatas que desencadenan las burbujas financieras.
En la primera fase, los precios suben y hay una acumulación. La segunda es el periodo de euforia: cada vez hay más especuladores y los precios siguen subiendo. Las valoraciones de las empresas y los activos pueden ser varias veces superiores a su valor real. La burbuja alcanza su máximo hasta que la demanda empieaza a caer. En la tercera fase, cunde el pánico, los precios de los activos caen bruscamente y los que compraron en los momentos de auge quieren vender al precio que sea, cuanto antes mejor, antes de que los precios caigan demasiado.
En diciembre del año pasado las acciones cotizaban muy alto en Wall Street. Los activos de ETF subieron un 28 por cien y los especuladores se felicitaban. Todo era alegría. Siempre había buenas noticias, excesivamente buenas. Las grandes capitalizaciones se negociaron a 26,6 veces sus beneficios.
La llegada de Trump a la Casa Blanca fue otra de esas buenas noticias. Los bolsillos siguen llenándose y los especulares creen que todo irá a mejor este año. El programa Stargate es una riada de dinero (500.000 millones de dólares) para las empresas tecnológicas. La creación de una reserva de bitcoins en Estados Unidos podría reactiva el mercado de criptomonedas. A los bitcoin y ETF han llegado más de 40.000 millones de dólares.
En otra entrada hemos advertido de que la burbuja de la inteligencia artificial se podía pinchar por decenas de agujeros diferentes: un dólar sobrevalorado, una mayor inflación, la subida de los tipos de interés y de los aranceles… Si Trump cumple sus promesas y pone en marcha la política económica que ha anunciado, empujará a la economía estadounidense a la recesión.
La burbuja bursátil de las empresas emergentes de inteligencia artificial se va a seguir inflando por el entusiasmo creado por el programa Stargate de Trump. Pero la euforia no puede durar mucho antes de las ganancias bursátiles se desplomen precipitadamente.
El aumento de los tipos de interés y la elevada inflación comenzarán a pesar en las valoraciones de los activos. A modo de advertencia, la empresa china DeepSeek ya ha sacudido a la industria estadounidense de las nuevas tecnologías.