Desde hace un año en occidente la burguesía viene ocultado un hecho decisivo que hasta el FMI destacó: que por tamaño China es -desde hace un tiempo- la primera economía capitalista y que ha desplazado de ese lugar de privilegio a Estados Unidos, algo que es tabú para la prensa imperialista. Aquí no se puede admitir que nadie diga que Estados Unidos no ocupa el primer lugar en nada.
Tampoco nadie admitirá nunca que gracias a China la recesión que comenzó en 2007 con la quiebra de Lehmann Brothers se pudo paliar ligeramente gracias a que China era la locomotora mundial y que su crecimiento espectacular ha aliviado la crisis o, mejor dicho, ha prolongado la agonía unos pocos años más.
La conclusión es bastante obvia: a diferencia de 2007, ahora el capitalismo mundial ni siquiera tiene a China de locomotora porque la locomotora también se ha gripado.
Las informaciones económicas que leemos en la prensa imperialista proceden de que las seudoteorías económicas burguesas no conocen las crisis. Para ellos el capitalismo no tiene crisis. En sus diccionarios ni siquiera existe la palabra crisis. A partir de aquí, para justificar una evidencia contraria utilizan eufemismos, como “desaceleración”, y hablan de que su origen está “fuera” de occidente (en China) y, muy posiblemente, fuera del capitalismo mismo.
Por lo tanto, la “culpa” de la crisis es de China, desde nos alcanza a nosotros (que no estábamos en crisis sino que íbamos “acelerados”). Una crisis económica es, pues, como el contagio de una enfermedad infecciosa; va de fuera hacia dentro.
El argumento es absurdo pues si China nos ha contagiado “su” crisis es porque se ha convertido en el corazón del capitalismo mundial. Es el núcleo de la intoxicación propagandística: los portavoces del imperialismo reconocen ahora la “culpabilidad” de China en la crisis cuando jamás reconocieron la misma “culpabilidad” de China en el “auge” económico anterior.
Pero los imperialistas tiene razón al destacar la novedad de que China está en crisis. Es una noticia que no se había oído en 40 años de éxitos económicos trepidantes. Es, pues, algo realmente histórico porque el capitalismo nunca había conocido, y menos en épocas recientes, una etapa tan prolongada de crecimiento económico.
Creíamos que eso sólo era posible en el socialismo y por ello algunos opinan que China es un país socialista. Pero China es un país capitalista y su crisis es una crisis típicamente capitalista que alcanza a todo el mundo capitalista. De ahí que se exprese en términos militares, tales como “guerra de divisas” y “arma nuclear monetaria” porque las crisis del capitalismo arrecian la competencia interna y el reparto de los mercados que, finalmente, conducen a la guerra porque sólo se pueden resolver por la fuerza.
En su conferencia Otero defendió posturas erróneas sobre ambos aspectos, tanto sobre la “guerra de divisas” como sobre el “arma nuclear monetaria”. Sobre la primera vaticinó que “en los próximos meses vamos a ver una divisa estable” y de la segunda ni siquiera se enterado: China ya ha hecho uso del “arma nuclear monetaria” que tenía en sus manos. La primicia la dio Zero Hedge y la confirmó hace poco la agencia Bloomberg: hace tres meses que se está deshaciendo de sus reservas de dolares discretamente.
Otero lo dijo como advertencia: si China vende “podría hacer mucho daño a Estados Unidos”. El conferenciante está en las nubes: China ya ha empezado a vender bonos del Tesoro por una valor total que se estima en más de 200.000 millones de dólares y puede llegar hasta 900.000 millones, lo cual sería una verdadera hecatombe para Estados Unidos.
Esta situación demuestra que, además, de ser la primera potencia capitalista por tamaño económico, China tiene en sus manos a Estados Unidos, y no al revés. Por eso es también absurdo lo que dijo Otero en Santander acerca de que Xi Jinping tiene “autonomía para decir no” a los mandatos de Estados Unidos. Por supuesto que sí. El problema es que Estados Unidos ya no tiene capacidad para emitir mandatos, y menos a China.