Todo dependía de un crecimiento económico del 5,5 por ciento este año, que ahora está totalmente fuera de su alcance. El objetivo de elevar el nivel de vida de los 5,5 millones de chinos que todavía viven por debajo del umbral de la pobreza extrema, también es imposible.
Pero, además, los millones de empleos destruidos desde la cuarentena suponen un paso atrás. Al alto desempleo hay que añadir que muchos parados no reciben ninguna prestación social. Como poco, la “sociedad de clases medias” tendrá que esperar.
La recuperación económica es complicada y los trabajadores están sufriendo las consecuencias. A pesar de un nivel de vida que se ha disparado en 40 años, China sigue siendo un país en desarrollo. Es algo particularmente notable en el campo, donde unos 5,5 millones de chinos todavía viven por debajo del umbral de pobreza extrema.
Entre diciembre y febrero China sumó unos cinco millones de parados adicionales, según las estadísticas oficiales.
China depende de las exportaciones, el comercio internacional le ha cerrado las puertas y no hay ninguna garantía de que se vuelvan a abrir. El Banco Nomura pronostica una pérdida de 18 millones de puestos de trabajo en el sector de la exportación en China, o casi un tercio de la mano de obra del sector.
Desempleo significa reducción de salarios y del consumo, otro de los motores del crecimiento chino.
La falta de liquidez está afectando gravemente a las empresas. Un trabajador de 28 años de una empresa de la construcción cuenta que su empresario no ha pagado un salario desde febrero. “Tengo préstamos que devolver. Así que mi familia me está ayudando a pagar el préstamo para el apartamento y trabajo a tiempo parcial en la casa de al lado para cubrir mis gastos diarios”, explica.
Otras empresas no han podido reabrir debido a que la cuarentena no se ha levantado en todas las regiones, como varios distritos enteros del centro de Pekín.
No obstante, la crisis económica en China no empieza con el coronavirus. El año pasado, el Primer Ministro Li Keqiang ya admitió una tasa de paro del 5,5 por ciento en las grandes ciudades, consecuencia de la guerra comercial desatada por Estados Unidos.
Otro de los motivos del paro es mucho más significativo: desde el XV Congreso del Partido Comunista de China, celebrado en 1997, el gobierno de Pekín ha abandonado a las pequeñas empresas en favor de los grandes monopolios, a su vez consecuencia de la necesidad de competir con monopolios extranjeros, tanto en el mercado mundial como en el interno.
Finalmente, en 1998 Zhu Rongji anunció la reducción de las planatillas del gobierno central a la mitad.