En la VIII reunión ministerial del Foro de Cooperación entre China y los Estados árabes, celebrada en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, Xi nombró a cuatro países de los países destinatarios de los fondos: Siria, Yemen, Jordania y Líbano, para recibir un total de 91 millones de dólares.
Se trata de un vasto plan de estabilización de Oriente Medio, similar a la Ruta de la Seda, que debe sacar al mundo árabe de su tradicional sumisión a Estados Unidos. El presidente chino aseguró que China y los países árabes habían acordado establecer una “asociación estratégica de cooperación global y desarrollo conjunto orientada al futuro”.
El apoyo chino a Líbano y Jordania debería estabilizar a ambos países en detrimento de Estados Unidos, que utiliza las guerras de Oriente Próximo para justificar su presencia militar.
Bruscamente Pekín cambia su política económica exterior ante el inicio de la mayor guerra económica que ha conocido la historia. Para hacer frente a la influencia de Washington y los países del Golfo en el mundo árabe refuerza sus vínculos con Oriente Medio.
El hecho de que China se haya declarado claramente a favor de mantener a Bashar Al-Assad al frente de Siria precisa mejor la línea de la diplomacia china en Oriente Medio. Los cuatro países árabes que atraerán el grueso de la ayuda china son (o serán) capitales en el desalojo de Estados Unidos de la región.
Yemen es de vital importancia para China, ya que su exportación de mercancías pasa por el Estrecho de Bab el-Mandeb y Mar Rojo, donde hasta ahora impera el eje de Estados Unidos y las petro-monarquías.
Mientras Estados Unidos trata de asediar, los asediados buscan las manera de romper el cerco y llevan la disputa al terreno económico, donde la hegemonía muestra más clarfamente sus pies de barro.