Según los medios de comunicación estadounidenses, el 31 de julio un ataque estadounidense con drones en Kabul mató al antiguo número dos de la extinta organización Al Qaeda, el egipcio Ayman Al-Zawahiri, así como a otros dos individuos vinculados a la red Haqqani.
El gobierno afgano condenó el atentado como una violación de la soberanía del país y dijo que había ordenado a las agencias de inteligencia que investigaran si Al-Zawahiri estaba o no presente en Kabul.
Al-Zawahiri, de 72 años de edad y aquejado de varias enfermedades graves, se encontraba en el balcón de un edificio del centro de Kabul cuando, al parecer, un dron de la CIA disparó dos misiles con cuchilla Hellfire R9X. Estos ataques, que utilizan ojivas no explosivas con cuchillas cónicas giratorias que pueden desplegarse en la aproximación final, también mataron a dos personas cercanas a la red Haqqani, aliada a los talibanes.
Este tipo de ataque sólo es posible tras el Golpe de Estado “legal” en Pakistán que supuso el regreso, con ayuda del alto mando militar pakistaní, de la dinastía corrupta y compradora que gobernaba el país cuando estaba sometido al programa de asesinatos con drones de la CIA bajo el gobierno de Obama.
El número dos de Al Qaeda era un agente de la CIA que desempeñó un importante papel en la promoción del terrorismo yihadista en los países árabes y otras regiones del mundo.
Al Qaeda ya no existe y su capataz no tenía ningún interés especial, aunque para la CIA era preferible verle muerto que vivo, lo mismo que Bin Laden. Son personajes de usar y tirar.
Quizá haya un cierto interés publicitario. La CIA puede decir que ha vuelto a demostrar la connivencia entre los talibanes y Al Qaeda, que es el motivo oficial por el que Estados Unidos invadió el país en 2001.
El gobierno de Kabul habría violado el Acuerdo de Doha, que impide usar el territorio afgano por las organizaciones terroristas para llevar a cabo ataques contra los intereses estadounidenses en la región o fuera de ella.
La CIA nunca se fue de Afganistán, pero desde la retirada militar del año pasado, los fondos se han reducido considerablemente. Si Al Qaeda siguiera activa y si su base fuera Afganistán, serían buenas noticias para la CIA.
También se podría inventar una nueva zona de operaciones para Al Qaeda en la provincia china de Xinjiang, en el oeste de China, en Asia Central, en el flanco sur de Rusia, y en las provincias orientales de Irán.
Con la crisis de Taiwán, no habría mejor escenario que atacar a China por el otro costado y, de paso, apretar a Rusia e Irán. Al Qaeda podría tener una segunda vida.