Klaus Eberwein |
Eberwein tenía 50 años de edad y fue partidario del expresidente haitiano Michel Martelly (2011-2016). Unos días antes había recibido amenazas de muerte, tras difundir la malversación de fondos por parte de la Fundación Clinton en la isla caribeña tras el devastador terremoto de 2010.
Durante tres años el fallecido fue director general del Instituto de Desarrollo Económico de Haití y del FAES (Fondo de Asistencia Económica y Social). El año pasado acusó a los dirigentes de la Fundación de criminales, mentirosos y ladrones durante una manifestación frente a la sede social de dicha Fundación en Nueva York.
A su vez, Eberwein fue acusado de fraude y corrupción durante su administración de FAES por lo que ayer debía comparecer ante una comisión de ética y anticorrupción del Senado haitiano para declarar sobre sus actividades y las de la Fundación Clinton en la isla, acusada de malversación de las donaciones obtenidas con destino a la mejora de las condiciones de vida de la población caribeña.
Según Eberwein, el 0,6 por ciento de los fondos obtenidos por la Fundación han acabado en manos de organizaciones haitianas. El 9,6 por ciento han acabado en poder del gobierno local y el 89,8 han ido a parar a organizaciones no haitianas. En total, unos 5.400 millones de dólares nunca llegaron a Haití.
La ayuda al Tercer Mundo siempre ha sido un fraude. El conseller de la Generalitat valenciana Rafael Blasco está en la cárcel por quedarse con los fondos destinados a la construcción de un hospital en Haití. Es un simple ejemplo de algo que se puede generalizar a todo el mundo. En total, se calcula en 9.000 millones de dólares el fraude internacional cometido gracias al terremoto de Haití.
El huracán Matthew dio un segundo empujón para engordar el fraude. En el mejor de los casos las ONG han desempeñado el papel de promotores para contratar obras de reconstrucción con empresas privadas, sin ningún control del gobierno local.
Haití es el modelo de Estado perfecto para el imperialismo, un oasis de corrupción absoluta. Para que los funcionarios del gobierno no se lleven el dinero de la ayuda, quienes se lo meten en el bolsillo con las ONG y las empresas privadas asociadas a ellas.
No es ninguna casualidad que desde el terremoto a Haití llegaran 10.000 de esas ONG y nadie sabe qué es lo que hacen allá porque más de 60′.00 personas siguen sin vivienda.
Las ONG están deseando que haya otro terremoto, otro hurácan, una gran erupción volcánica… cualquier desastre que vuelva a movilizar las malas conciencias del mundo (y sus bolsillos).