Algunas cosas más sobre la ‘Operación Cóndor’

Darío Herchhoren

El cóndor es la mayor rapaz que existe sobre la tierra. Tiene un altura de un metro y cincuenta centímetros y una envergadura de alrededor de tres metros. Puede levantar una oveja, y  dejarla caer para matarla y luego devorarla. Se reportan algunos casos de niños pequeños que fueron capturados por cóndores para luego comérselos previa muerte.

Todo esto es para sentir terror al ver a este depredador, y esto es lo que quisieron hacer los que desataron la llamada «Operación Cóndor».

La operación cóndor no fue en realidad una operación en sí misma, ya que en lenguaje  militar una operación se agota en si misma cuando se cumple su objetivo. Y esto no ocurrió así, ya que esa «operación» fue duradera en el tiempo y se llevó la vida de muchas personas.

El año 1974 se produjo en Argentina una sublevación militar en las ciudades de Azul y Olavarría, ambas de la Provincia de Buenos Aires. Esa sublevación estaba dirigida por un grupo de oficiales con una ideología nacionalista de izquierda, y en ningún momento su intención fue derrocar al gobierno legítimo, sino llamar la atención sobre el rumbo abiertamente fascista que estaba tomando el gobierno argentino muy influido por el ministro José Lopez Rega, que era un agente de la nefasta CIA.

Uno de los oficiales que dirigió la sublevación era el Coronel Florentino Diaz Loza, a quien defendí como abogado, y con quien mantuve largas y sustanciosas conversaciones en mis visitas al penal militar donde estaba recluido en la ciudad de Magdalena en la Provincia de Buenos Aires.

En esas conversaciones Diaz Loza me contó como era la estructura interna de la llamada operación cóndor, y me explicó que entre los participantes de la misma había gente del Mossad israelí, de la escuela de Panamá (Escuela de las Américas), y me dio una larga lista de nombres de oficiales que integraban los cuadros de esta verdadera internacional del terror, y sobre todo de sus vinculaciones con la red «Gladio» de la OTAN. Uno de los nombres que me dió fué el de Dan Mitrione, agregado de agricultura de los USA en Montevideo, que fungía de ingeniero agrónomo sin serlo y que en realidad era uno de los «profesores» de la Escuela de las Américas, y especialista en «interrogatorios extremos» (tortura), y que fuera secuestrado y ejecutado por los Tupamaros de Uruguay.

Otro de los nombres conocidos era el del Coronel Di Pietro (italiano) y jefe del SISMI, servicio secreto italiano, y que fuera acusado y condenado por el atentado de la estación ferroviaria de Milán y que se intentó  endosar a las Brigadas Rojas, y que produjo más de setenta muertos.

La lista es larga y se incluían los nombres de los generales Noriega de Panamá, Ariel Sharón, el carnicero israelí de los campos de refugiados palestinos del Líbano de Sabra y Shatila, el coronel carapintada argentino Mohamed Alí Seineldín, el paraguayo Alfredo Stroesner, y el entonces coronel argentino Jorge Rafael Videla, muerto hace poco tiempo en prisión por sus responsabilidades en la represión y desaparición de miles de ciudadanos argentinos durante la última dictadura cívico militar.

Ya instalada la dictadura argentina en 1976, un grupo de políticos uruguayos que estaban refugiados en Argentina, fueron secuestrados del Hotel Parlamento, en pleno centro de Buenos Aires y desaparecieron para siempre. Entre ellos estaban el senador uruguayo Zelmar Michelini y el diputado de esa misma nacionalidad Ariel Collazo. Se supo tiempo después que esos hechos fueron cometidos por agentes uruguayos por mandato de la «Operación Cóndor».

Tuve ocasión de intervenir durante la dictadura militar argentina en la búsqueda del matrimonio Roux, que pertenecía a una familia tradicional uruguaya, bien posicionada socialmente, y que poseía una fábrica de ascensores, y que fueron secuestrados y desaparecidos simplemente para robarles sus bienes.

No hay que dejar que el árbol  nos impida ver el bosque. Este tipo de acciones solo tienen por objeto intimidar, escarmentar, paralizar, y en general anestesiar a la sociedad entera, y se presenta bajo muy diversas identidades, pero siempre es lo mismo. Sus métodos son siempre los mismos. En una conversación que tuve hace ya algunos años con los coroneles argentinos Carlos Sánchez Toranzo y Federico Gentiluomo, me contaron  como la dictadura militar manejó la Operación Cóndor, que estaba dirigida en un principio por el comisario de la Policía Federal Alberto Villar que fue jefe de la Policía Federal, y que murió junto a su esposa en un atentado que llevaron a cabo militantes de la organización político militar Montoneros en el delta del Paraná, y por el Coronel Jorge Osinde, Secretario de Deportes en el Ministerio de Bienestar Social que dirigía el siniestro ministro José López Rega.

Estos datos están grabados en mi memoria y creo que me iré a la tumba con ellos. No puedo olvidarlos, ni quiero hacerlo.

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