WhatsApp pertenece al monopolio digital Facebook y, según Tobias Boelter, un investigador de la Universidad de California, la aplicación de mensajería tiene una puerta abierta para acceder a conversaciones privadas. Antes WhatsApp vigilaba a sus usuarios descaradamente; ahora lo hace de manera encubierta. Han cambiado todo para que todo siga igual.
Cuando el usuario no está conectado, WhatsApp puede volver a cifrar de nuevo los mensajes con una nueva clave para permitir el acceso de terceros a los mensajes antes de que el destinatario los marque como “leídos”.
La aplicación no advierte ni al emisor ni al destinatario de que ha cambiado la clave. Por defecto, el emisor que descarga la aplicación tiene desactivada una opción de seguridad que impide este truco. Además de activarla, los usuarios deberían pensar en la opción de sacar a este tipo de aplicaciones de su móvil, así como de abandonar Facebook. Hay otras formas de comunicarse y la más importante de ellas es quedar en la calle para charlar.
Ese tipo de monopolios están absolutamente controlados por los Estados, pero especialmente por los imperialistas, para controlar y vigilar a los muchos millones de usuarios, con cuyos datos trapichean de forma miserable. La policía de fronteras de Estados Unidos ya ha empezado a pedir a los viajeros que les indiquen sus perfiles en las redes sociales porque esas son las nuevas huellas dactilares.
El derecho a la intimidad es una conquista fundamental, cuya importancia ha crecido con las nuevas tecnologías. Sin embargo, paradógicamente, es el derecho menos valorado que existe porque nadie tiena nada que ocultar, según una expresión muy corriente. Además, los usuarios no se creen personas sino que se consideran a sí mismas como insignificantes, sin interés, a la altura de las bacterias.
Cuando los usuarios de las nuevas tecnologías se engañan a sí mismos, es porque detrás ha habido un trabajo de lavado de cerebro de muchos años de la burguesía. Todo el mundo es muy importante y todo el mundo tiene muchas cosas que ocultar. Por eso en su casa tiene cortinas delante de las ventanas. Pues bien, si cuando se ducha, Usted cierra la puerta del baño, cuando se comunique por internet, eche también las cortinas porque lo que Usted habla sólo le interesa a Usted. Valórese a sí mismo como ser humano y valore sus derechos.