África está en medio de la batalla mundial por los minerales estratégicos

A medida que el capitalismo acelera su transición hacia las nuevas tecnologías, África se encuentra en el centro de una competencia política de una intensidad sin precedentes. Baterías eléctricas, paneles solares, turbinas eólicas, móviles, ordenadores, satélites: todas estas tecnologías dependen de minerales estratégicos: litio, cobalto, cobre, níquel, manganeso y tierras raras. El continente africano posee una parte considerable de esos recursos, lo que alimenta muchas ambiciones. Atrapada entre la promesa del desarrollo y el riesgo de una renovada dependencia, África desempeña ahora un papel central en una batalla que está redefiniendo la balanza de fuerzas internacionales.

El Continente Negro alberga algunas de las mayores reservas mundiales de minerales esenciales. Solo la República Democrática del Congo posee más del 76 por cien de la producción mundial de cobalto, un metal esencial para las baterías de iones de litio. Zimbabue alberga 480.000 toneladas de reservas de litio y produjo 22.000 toneladas el año pasado, lo que lo convierte en el cuarto mayor productor mundial. Mali también posee importantes reservas de litio, en particular a través del proyecto Goulamina, que se proyecta que producirá 142,3 millones de toneladas de óxido de litio. Gabón es uno de los principales productores mundiales de manganeso. Sudáfrica domina los mercados del platino y el cromo. Madagascar, Malawi y Tanzania son ricos en tierras raras.

Esta concentración de recursos convierte al continente en un actor clave de las nuevas tecnologías. Los compromisos de China con África en el marco de la Ruta de la Seda alcanzaron los 29.200 millones de dólares el año pasado, un aumento del 34 por cien en comparación con el año anterior, con el 17,6 por cien de las inversiones concentradas en el sector minero. China, la Unión Europea, Estados Unidos, India y varios países del Golfo buscan asegurar sus suministros, cada uno con una estrategia diferente.

Para los africanos, la situación podría representar una oportunidad sin precedentes. La competencia entre grandes potencias puede representar una oportunidad para negociar mejores condiciones, salvo que la corrupción cause estragos, como ocurre frecuentemente. Un enfoque integrado —por ejemplo, una alianza de países productores de cobalto o litio— fortalecería el poder de negociación del continente.

A pesar de su considerable riqueza mineral, las poblaciones africanas a menudo han obtenido escasos beneficios de la explotación de los recursos naturales. El riesgo de repetir errores pasados ​​(extracción sin procesamiento local, corrupción, contaminación y guerras) es real.

China es actualmente el actor dominante en el sector de minerales estratégicos de África. Pekín ha invertido mucho en la extracción, especialmente en el refinado, transporte y procesamiento, segmentos de alto valor añadido. Las empresas chinas procesan el 90 por cien de las tierras raras y el grafito, y entre el 60 por cien y el 70 por cien del litio y el cobalto. Controlan el 46 por cien del suministro mundial de cobalto extraído y tienen una presencia especialmente fuerte en la República Democrática del Congo en el caso del cobalto, en Zimbabue en el caso del litio y en Zambia en el caso del cobre.

Los capitales chinos han invertido aproximadamente 4.500 millones de dólares en proyectos relacionados con el litio en Zimbabue, la República Democrática del Congo, Mali y Namibia. En Zimbabue, varios proyectos importantes están controlados por empresas chinas, como Sinomine Resource Group, que adquirió la mina Bikita por 180 millones de dólares, y Zhejiang Huayou Cobalt, que adquirió la mina Arcadia, cerca de Harare.

La fortaleza de la estrategia china reside en su enfoque integrado: infraestructura, financiación, asociaciones público-privadas, industrialización y diplomacia económica. Esta presencia genera importantes inversiones e ingresos fiscales para los países africanos.

Conscientes de su retraso, Estados Unidos y la Unión Europea han puesto en marcha varias iniciativas para reducir su dependencia de China. El gobierno estadounidense ha comprometido más de 4.000 millones de dólares en inversiones para el Corredor de Lobito, un proyecto estratégico de infraestructura ferroviaria que une Angola, la República Democrática del Congo y Zambia para facilitar la exportación de minerales al Atlántico. Biden anunció 560 millones de dólares adicionales durante su visita a Angola en diciembre del año pasado, lo que eleva el total de compromisos internacionales a más de 6.000 millones de dólares.

La Unión Europea, por su parte, ha puesto en marcha la estrategia Global Gateway, que movilizará 150.000 millones de euros para África de aquí a 2030, así como la Ley de Materias Primas Críticas, que entró en vigor el 23 de mayo del año pasado. Esta legislación se propone garantizar que, de aquí a 2030, al menos el 10 por cien del consumo anual de la Unión Europea proceda de la extracción europea, el 40 por cien del procesamiento y el 25 por cien del reciclado, garantizando al mismo tiempo que no más del 65 por cien del suministro de materias primas estratégicas proceda de un solo tercer país.

Una oportunidad para industrializar el continente

La pregunta es: ¿Se verá África relegada de nuevo al papel de proveedor de materias primas o logrará un mayor control sobre la cadena de valor? En África la gestión de los contratos mineros sigue siendo un tema delicado. En algunos países, la debilidad de las instituciones y los acuerdos negociados en secreto resultan en la pérdida de miles de millones de dólares en ingresos potenciales.

La mayoría de los países africanos aún se limitan a la exportación de minerales en bruto. Sin embargo, el verdadero valor reside en el procesado: baterías, componentes electrónicos y aleaciones industriales. Sin el desarrollo de habilidades, África seguirá dependiendo de las fluctuaciones de los precios mundiales y continuará exportando su riqueza a bajo costo.

Sin embargo, el contexto actual ofrece una oportunidad histórica. Se prevé que la demanda mundial de minerales estratégicos se dispare en los próximos veinte años. Si los países africanos adoptan estrategias coherentes, pueden convertirse en importantes centros industriales en varios sectores, como la fabricación de baterías y almacenamiento de energía.

En 2021 la República Democrática del Congo y Zambia anunciaron un proyecto conjunto para la fabricación de baterías para vehículos eléctricos, que se ubicará en una zona de libre comercio de 2.000 hectáreas en la frontera entre ambos países. Marruecos y Sudáfrica también podrían atraer inversiones para producir baterías para vehículos eléctricos.

En lugar de enviar litio o cobalto en bruto a Asia, varios países estudian desarrollar sus propias plantas de procesamiento. Zimbabue no otorgará nuevos permisos para explotar minas de litio sin un plan de procesamiento local aprobado.

La República Democrática del Congo ha establecido una zona económica especial piloto en las Molucas, que abarca 244 hectáreas y ofrece incentivos fiscales a los inversores, con una exención de cinco a diez años. Se espera que estas zonas atraigan a empresas tecnológicas, creen empleo e impulsen las exportaciones.

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