A. Turing y la criptología

Nicolás Bianchi

Si en la I Guerra Mundial, de la que este año se cumplen cien años de su inicio, el espionaje se reduce a rocambolescos y peliculeros episodios tipo «Mata Hari» u «Operación Cicerón», entre otros, con arrebatadores damas que sonsacaban información al enemigo entre saraos, cameos y chuflas, en la II Guerra Mundial, sin abandonar estos «artesanales» medios, se modernizó el contraespionaje.

Durante la guerra, la Alemania nazi basaba sus comunicaciones secretas en la máquina cifradora «Enigma». Este esquema fue desbaratado inicialmente por criptólogos polacos y, luego, en Inglaterra, el proyecto llamado «Ultra» quebró sus variaciones. Alan Turing fue el cerebro del grupo de criptólogos en «Ultra» que rompió los cifrados alemanes. Su contribución al triunfo aliado fue, ciertamente, considerable.

Con el Tratado de Versalles se reconoce a Polonia como Estado. Su Gobierno estableció una especie de Buró para interceptar las comunicaciones de la URSS y Alemania. Fue la primera vez que un centro criptológico incorporó a matemáticos: Mazurkiewicz, Sierpinski y Lesniewski, entre otros nombres que suenan más a futbolistas.

En 1926 los polacos descubrieron que se estaba utilizando un procedimiento mecánico para cifrar las comunicaciones alemanas. Hugo A. Koch, holandés, y Arthur Scherbius, alemán, fueron los inventores de «Enigma», alrededor de 1923, con el propósito de cifrar -no descifrar- comunicaciones bancarias e industriales, el capital financiero, como quien dice. La máquina no atrajo la atención de los circuitos comerciales y la fábrica montada por Scherbius colapsó. Pero los militares alemanes recuperaron ese invento desde 1925 y fue utilizado hasta 1945 cuando perdieron la guerra.

«Enigma» se basaba en permutaciones de orden dos, llamadas «involuciones», sobre un alfabeto de 26 caracteres. A fines de los años veinte del siglo pasado, la criptología en Polonia -históricamente «mosqueada» por expansionismos rusos (zaristas) o alemanes (del Reich)- se desarrollaba bajo el mando del profesor Zdzislaw Krygowski junto con tres exalumnos suyos: Rejewski, Zygalski y Jerzy Rozycki, quienes en los años 30 descifraron el código de «Enigma». Hay que decir que siempre trabajaron para el Gobierno polaco en el exilio, o sea, en Londres, cuando ya estalló la guerra.

En Bretchley Park, al noroeste de Londres, el Gobierno británico estableció en agosto de 1938 la «Estación X» con la misión de detectar comunicaciones secretas enemigas. La Estación X constaba de varias barracas: la nº 8, dirigida desde sus inicios por Turing, se encargaba del desciframiento de la «Enigma» naval, la nº 6, de la «Enigma» de aire y tierra. Hay que decir que Turing visitó en 1938 Princeton (donde recalara Einstein) donde le ofrecieron una plaza que no aceptó regresando a Cambridge. El 3 de septiembre Inglaterra declara la guerra a Alemania y desde entonces Turing se dedica sólo a Bletchley Park. En octubre de 1940 entra en funcionamiento la primera «bomba criptológica» inglesa, llamada Ultra o «bomba de Turing».

Se tiene y valora el «proyecto Ultra» como el de mayor secreto en la II GM, sólo detrás del proyecto Manhattan de la bomba atómica.

Al término de la guerra, en 1945, se le concedió a Turing -aficionado a correr maratones, por cierto- la Orden del Imperio Británico (la misma que le concedieron a Los Beatles en 1965 o a Mick Jagger en 2002, lo decimos sarcásticamente).

Turing era homosexual en una época en que era muy difícil salir del «closet» (del armario, como se dice ahora). Le hicieron la vida imposible y acabó suicidándose.

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