P. Iglesias: ‘Descensus ad inferos’

Un lento descenso a los infiernos
Bianchi

Como hace tiempo que no zurro la badana a la nueva esperanza blanca llamada a «purificar» la «democracia» imperante (otros, más «radicales», le llaman lavar la fachada podrida del fascismo campante y rampante), pues me entra mono y necesito una dosis, que no sobredosis, que será pequeña, para calmar mis ansiedades.

Acabo de oír por la tele que este «traidor a la clase obrera» (así reza una pintada en Cuenca, a mí no me miren) acusa -e Irene Montero como papagayo- a los protagonistas del “procès” catalán de cometer, agárrense, “fraude” por «prometer cosas que no se pueden cumplir» en campaña electoral, se supone. ¿Y por qué no se puede cumplir? No lo dice. ¿Estará pensando en que el art.155 lo impide? Seguro que sí, pero ¿lo dirá? No. ¿Y por qué? Pues porque decirlo le llevaría, si fuera consecuente, a concluir que en España impera el fascismo -o, como dirían los más melifluos y delicados, el «neofascismo»– y esto va a ser que no, y ello porque en Hispanistán existe la democracia y, lo último a que se agarran desesperadamente, como náufrago a una tabla, los «demócratas» de todo pelaje: el Estado de Derecho, que, por cierto, semantema, que usaba el Caudillo Franco, el Generalísimo, cada dos por tres en sus discursos y soflamas. Y la palabra «democracia», bien que «orgánica» (la «inorgánica» es la de los partidos políticos, como aparatos del sistema capitalista de siempre, esto último es mío).

Impresionante la deriva de este payaso -con perdón de los clowns- que lo mismo asiste -con el resto de payasos- a la conmemoración del nosécuántos aniversario de la Constitución que no va, según la vena que le dé. O eso parece en hombre de criterio, como es, sin duda, su caso. Se ríe de maría santísima a sabiendas de que tiene palique para defender hoy lo que desmentirá mañana y puso a parir -con esa cara de actor avezado y ya con tablas que pone de fingir preocupación por los problemas de su «patria» (sic)- ayer. Es lo que tiene la degeneración política y la degradación moral, que te da todo igual salvo tu propio yo, tu ego y tu «carrera» política para medrar que nunca se sabe cuando ya no le sirves al sistema y te despacha de una patada en el culo, pero, eso sí, con el riñón cubierto, porque el fascismo, débil, sí paga traidores.

Su frase que encabeza estas pocas líneas  está siendo aplaudida y celebrada por el establishment político y la caverna mediática: Sólo algún cegato alicorto le sigue llamando «antisistema» (de «anticasta» ya no se acuerda nadie), lo que le viene bien a este vendedor de crecepelos en el «far west» para creerse su rol de tal y ver quién pica.

Lo dicho: impresionante lo de este muchacho. Ni Otegui le supera, y mira que es listo también el vasco. Será porque los demás somos idiotas, o por eso nos toman.

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