Algunos criminales de guerra son malos y otros no tanto

Se sabe muy poco sobre la Operación Tango, una misión secreta del SAS, las fuerzas especiales británicas, para capturar a los criminales de guerra en Bosnia en 1997. Fue una de las misiones clandestinas ordenadas por el gobierno de Tony Blair para apoyar al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia.

El Tribunal fue creado en 1993 para juzgar a los sospechosos de crímenes cometidos durante la Guerra de los Balcanes, siempre que reunieran alguna de estas dos circunstancias: o bien se trataba de los del otro bando (los sicarios de la OTAN no cometen crímenes de guerra), o bien se trataba de hombres de paja, prescindibles, que podían arrojar a la hoguera.

Uno de los secuestrados por el SAS fue Vlatko Kupreskic, un soldado bosnio croata acusado de participar en un asesinato. Después de que el SAS lo capturara, lo trasladó al Tribunal de La Haya, donde lo condenaron inicialmente a seis años de prisión. Al año siguiente, después de apelar, lo declararon inocente y fue puesto en libertad.

Los jueces dijeron que no había pruebas suficientes para condenarle por complicidad en un ataque que mató a varios musulmanes de la aldea de Ahmici, en Bosnia central, en abril de 1993.

Los delitos de los que acusaron a Kupreskic eran graves. Pero, como otros secuestrados por el SAS a finales de la década de los noventa, fueron menos importantes que los que actualmente se imputan al Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y al antiguo ministro de Defensa, Yoav Gallant.

Los jueces del Tribunal Penal Internacional consideran que Netanyahu y Gallant son penalmente responsables de siete categorías distintas de delitos de guerra y crímenes contra la humanidad. Afirman que existen motivos razonables para sospechar que Netanyahu y Gallant “cometieron el crimen de guerra de utilizar el hambre como método de guerra y los crímenes contra la humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos”.

También les acusan de dirigir intencionalmente ataques contra la población civil. Estas políticas ciertamente han afectado a decenas de miles de palestinos, si no más.

Lejos de enviar al SAS, el gobierno británico se muestra reacio a detener a los israelíes si entran en Reino Unido, mientras que la oposición conservadora cree que el Tribunal Penal Internacional no tiene derecho a acusarlos.

Tras las líneas enemigas

En septiembre de 1998 el SAS también capturó a Stevan Todorovic. El Ministerio de Defensa británico estaba tan decidido a arrestar a Todorovic que ordenó al SAS que llevara a cabo la operación dentro de Serbia.

Entonces el país balcánico estaba bajo el gobierno de Slobodan Milosevic, que más tarde se convirtió en el primer jefe de Estado en funciones en ser acusado de crímenes de guerra.

Todorovic, jefe de policía de Bosanski Samac, en el noreste de Bosnia, fue trasladado a La Haya y posteriormente condenado por el Tribunal a diez años de prisión. Golpeó a un hombre que murió como resultado de sus malos tratos, torturó repetidamente a otros siete hombres durante un período de ocho meses y ordenó a tres personas bajo su mando que torturaran a un detenido.

Según el sitio web de las fuerzas especiales británicas, “en la noche del 27 de septiembre de 1998, el equipo SAS de cuatro hombres, todos ellos con fluidez en serbio, irrumpió en la cabaña de Todorovic. Lo ataron, lo amordazaron y lo metieron en un todoterreno que lo llevó al río Drina, cerca de la frontera con Bosnia. Una vez en el río, el SAS cargó a Todorovic en un bote inflable tipo Zodiac y lo trasladó a través de la frontera, donde lo subieron a un helicóptero que lo esperaba y lo llevaron a Tuzla para su detención formal”.

Otros secuestrados por el SAS fueron Anto Furundzija, un comandante bosnio croata que fue sentenciado a diez años de prisión por participación en torturas y el general serbo bosnio Stanislav Galic. Lo trasladaron a la Haya, donde el Tribunal lo condenó a cadena perpetua por dirigir ataques con francotiradores y bombardeos contra la ciudad de Sarajevo.

Los ataques, en los que murieron cientos de hombres y mujeres, fueron parte de un asedio a la capital bosnia, que algunos -exagerando mucho- han comparado con la situación actual en Gaza.

El gobierno británico garantiza la impunidad de Netanyahu y Gallant

La falta de respuesta británica a las órdenes de detención del Tribunal Penal Internacional contra Netanyahu y Gallant contrasta con los esfuerzos en la antigua Yugoslavia.

El actual ministro de Asuntos Exteriores ha admitido a regañadientes los casos de Netanyahu y Gallant. “Estoy obligado a entregar los archivos a los tribunales si las personas mencionadas intentan entrar en nuestro país”.

Pero en el caso de Yugoslavia, el gobierno británico no esperó a que los criminales de guerra trataran de entrar en el país; envió al SAS. ¿Por qué ahora no envía al SAS a Israel a capturar a Netanyahu y Gallant?

El antiguo presidente liberiano Charles Taylor fue juzgado en La Haya en 2006 por crímenes de guerra por ayudar a los rebeldes en Sierra Leona, conocidos por amputar miembros a civiles. Cuando lo condenaron a 50 años de prisión, el gobierno británico se ofreció encerrarlo en una prisión de Reino Unido y Taylor comenzó a cumplir su condena en la cárcel de Frankland.

No parece que Netanyahu y Gallant se vean alguna vez encerrados en el interior de una prisión británica.

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