¡Vacunad a todos, mecagoendios, a todos!

Esa parece la consigna de la demencial vacunación masiva emprendida por los gobiernos a las órdenes de las multinacionales farmacéuticas que miran más por sus cuentas de resultados económicos que por la salud del rebaño, como así nos consideran (ya no le dicen «inmunidad de rebaño» a la extensión de las vacunas por su sonido concomitante excesivamente descarado y humillante). Me recuerda a la proeza (?) protagonizada en la Edad Media por un noble galo que, tomado por asalto un castillo albigense, en la cruzada contra los cátaros del Languedoc y Occitania catalano-francés, mandó matar a todos los supervivientes. «¿A todos?» -le preguntaron sus lugartenientes a este criminal-, añadiendo: «Puede que haya cristianos rectos y no herejes entre los cautivos», respondiendo este sádico: «Matad a todos. Dios sabrá distinguir a los buenos de los malos, a los probos de los infieles».

Hoy no se llega a esos extremos, pero vemos cómo se ofrecen «alicientes» a los renuentes a las vacunas -esos herejes- en forma de objetos de consumo (desde un donut hasta un coche) para «animarles» a vacunarse. O chantajes emocionales propios de mentes enfermas culpando a un adolescente que va a un botellón sin mascarilla y vuelve a casa pudiendo contagiar ¡al abuelo! e incluso matarlo. ¿Cómo se puede contagiar a nadie si no se es portador de nada? Ah, no se sabe. Se sabría si te sometieras a un infalible PCR que, aunque diera negativo, no te libraría del uso de la mascarilla porque potencialmente, puedes, no sólo coger el covid, sino pillarlo tarde o temprano con seguridad.

¿Que hay PCRs falsos? Muy pocos… ¿Que ahora se puede dejar la puta mascarilla en exteriores (se ve que empieza la campaña de turismo)? Vale, sí, pero sin bajar la guardia, el virus sigue ahí, acechando, como el enemigo, amenazante, no te descuides, es peligroso, como Makinavaja. Es la concepción bélica decimonónica del microbio, la bacteria, el virus, como un patógeno que desde el exterior espera en aguardo, oculto el hijoputa, a que te descuides para ¡zas! morderte los hígados, la eucariota y la mitocondria. Es una guerra. Recuerde el lector/a que las ruedas de prensa, al principio de la pandemia, o plandemia, que diría la gran Victoria Abril, eran encabezadas por uno o dos militares de rango y uniformados. Es como los indultos -los insultos– a los del procès catalán que están condicionados a que se porten bien y sean buenos chicos porque como vuelvan a las andadas, ya saben, vuelta al trullo.

No se han atrevido a hacer forzosa la vacunación, pero hay múltiples formas de obligar a la ciudadanía a vacunarse sin fe ni creencia y/o porque no le queda otra. Desde quien tiene que vacunarse por cojones si quiere tener un vis a vis con su pareja en la cárcel hasta coacciones en las empresas a los trabajadores si no se vacunan, sobre todo, en empresas públicas y sanitarias (estos últimos con «Moderna» en el norte) pasando por la última que leo y dice que el Defensor del Menor en Baleares será despedido de su cargo por negarse a vacunarse. Pero, ¿no era voluntario el vacunarse o no?, ¿O qué ostias?

Siempre lo mismo: la fuerza, la coacción, la coerción, la amenaza, la extorsión, el fascismo. No soportan a quien se sale del rebaño y no sigue sus mantras, a quien piensa por sí mismo y no por boca de ganso, a quien no tiene miedo, a quien es libre. Así que ¡vacúnese todo cristo! La Providencia sabrá proveer… y a quien dios se la dé, sampedro se la bendiga y que el altísimo reparta suerte en esta ruleta rusa de las vacunas. Ele, arsa, ojú, arte… ¡Digooo!

comentario

  1. Irresponsables terraplanistas, ¿es que no veis la tele? está mueriendo mucha gente y ahora el julio, no se qué día, empieza la variante delta, que va a matar a los vacunados, por culpa de los jóvenes irresponsables insolidarios que se van de botellón.
    Esto con Franco no pasaba …y además se podía salir tranquilo por la noche.

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